Desde la ley electoral, el código de trabajo, la ley de tránsito, la ley de instituciones públicas,  el código civil y penal, la ley de tributación, la ley de contratación pública, la ley de comunicación, la ley del seguro social, etc., en fin casi todas, se han convertido en leyes permisivas y solapadoras que hacen del sistema de justicia un organismo lento y amarrador, pues nos consta como ejemplo que a quienes cometen un delito contra el estado, todavía se les brinda seguridad y privilegios.

Estamos hasta el tope de leyes sancionadoras, abusivas e injustas, que lo único que han hecho es meterle la mano al bolsillo a la gente, al común ciudadano que se esfuerza en trabajar, con el pobre criterio de “la multa es más alta”.  Hasta dónde vamos a llegar, permitiendo tanto atropello a los ciudadanos que trabajamos y nos encontramos con multas que ni nos imaginamos, por una sanción de tránsito, por un parqueo en un centro comercial, por casos realmente impredecibles, porque se han inventado normas para asaltar a la gente que trabaja con recargos onerosos que van en contra del presupuesto familiar.

Y qué decir de los municipios, ¿por qué tantas tasas e impuestos?,  cobrados por el alto gasto burocrático que al alcalde de turno se le ocurrió. La relación cobro de impuestos se ha vuelto directamente proporcional a la carga burocrática que se aumenta por tanto cargo o empresa pública que se han inventado para liberar  al administrador de la ciudad de su trabajo. Qué indolencia de la autoridad elegida y qué abuso de los ediles que legislan en contra de los intereses de quienes los eligieron.

La crisis provocada por tanto derroche y tanto gasto público durante más de 10 años, permitimos que ocurra porque nos importó nada el saber de dónde se mantenían o cubrían dichos gastos; porque los sobreprecios y la corrupción han sido el instrumento utilizado durante mucho tiempo para llevarse los recursos del estado.

Por ello, la verdadera crisis del país está en sus leyes; hay que cambiarlas; iniciando por la ley de elecciones; para que ya no se permitan candidatos que atenten contra la economía en la administración pública, que ya no se permitan más improvisados, para que ya no haya más enriquecimiento ilícito.

Vivimos reclamando por lo que no se hace; pero no reclamamos por aquello que aunque lo han hecho fue realizado con sobreprecio y en contra de la ética.

Revisar la ley es una tarea de quienes queremos que cambien las cosas; tenemos que hacerlo y proponer nuevas leyes que comiencen siendo claras para que no se malinterpreten. Que ya no ocurran los delitos en la ley de tránsito de coimar al conductor, porque la multa es más alta. Que las personas puedan trabajar responsablemente con una ley laboral que nos permita la libertad de aceptar trabajos productivos y devengar nuestro tiempo en la forma mejor remunerada de acuerdo a nuestra producción y capacidad.