Con una trama sencilla la directora Isabel Coixet nos sumerge en el maravilloso mundo de los libros y su significado dentro de las vidas que tenemos y nos rodean; cómo influyen en la cotidianidad, en los amores, en la vida interior y en los cambios profundos. 

La Librería es el resultado del esfuerzo de la protagonista Florence Green, quien cumple con una aspiración sentida, no la realiza únicamente como un negocio, sino como una proyección de sí misma. La llegada de Florence y de la Librería al pueblo - la llegada de sueños impresos en libros, despierta envidias, celos y ambiciones de poder inesperadas en la gente. Y nos encontramos frente a una historia que desnuda al ser humano y las estructuras perversas que muchas veces se siembran en las comunidades más sencillas.

La protagonista llega con su espíritu libre a emprender en tierra dominada por seres empequeñecidos por el espacio y poder local. Y lo que es un hermoso sueño personal se convierte en una guerra de los “ricachones” del pueblo – especialmente de la antagonista Violet Gamart, que van comprando personajes para cercar a la emprendedora. El banquero, el abogado, la costurera, el pescador, el vividor, entre otros entregados como siervos al amo van obstaculizando la felicidad de Florence. El desarrollo de la Librería se ve oscurecido por malignas apetencias de algo que puede ser a veces despreciable: el poder, ese poder maldito que compra conciencias y obstruye el crecimiento. 

La Librería es un canto a la esperanza, nos conduce a recordar que si bien en la sociedad puede existir el germen de la ambición y destrucción; hay muchos que transitan y viven en la libertad de sus sueños, hay muchas personas cuyas vidas no tienen precio, hay siempre horizontes luminosos que esperan a quienes se atreven a buscarlos. En la película nos reencontramos con los anhelos que nos esperan a la vuelta de la derrota, con los valores que no se canjean, con los amigos que se manifiestan en los momentos difíciles.