De nuestro lado, desde el punto de vista del sector agropecuario, motivo de nuestra permanente preocupación, hubiese sido deseable se cumpla la sentida aspiración que capitales chinos, con razonables tasas de interés, engrosen la inversión foránea para desarrollar proyectos específicos e íntegros que incluyan producción, comercialización, industrialización y exportación de bienes agrícolas y agroindustriales con destino al mercado asiático, cuyos montos formen parte de la forma de pago de los empréstitos, en las mejores condiciones de precio.

Lo expuesto no es nuevo para la administración china, así se deduce de la información internacional que recoge el hecho de que empresas privadas han invertido en Chile el 100 % del costo de una planta agroindustrial de procesamiento de frutales frescos, realizada en la región del Maule, ubicada en el centro de esa nación, con una capacidad de 100 toneladas por día, empleando 200 personas hasta llegar a 1.500 en la temporada de cosecha. Es un mecanismo que implica seguridad plena para los agricultores por la certidumbre de vender la totalidad de lo producido, aprovechando las buenas relaciones entre esos países, en el marco de sendos acuerdos de libre comercio.

Para concretar actividades de esa índole es menester un gran compromiso estatal y privado de gestionar operaciones de financiamiento que incluyan al sector agropecuario, siendo la provincia de Manabí una de las más propicias porque dispone de infraestructura de riego y drenaje que espera la realización de obras complementaria para su debido aprovechamiento, que mejor si el Estado impulsa la realización de planes agroindustriales en el  poco explotado campo de frutales y hortalizas, de enorme potencial provincial.

Las autoridades de organismos descentralizados con esa competencia, que resulten electas en las próximas elecciones, deben comprometerse bajo palabra de honor que impulsarán con fervor patriótico la reparación de los canales de riego y construirán sus obras complementarias.