Manabí tiene los suficientes medios técnicos, públicos y privados, que se interesen por dar solución a este gravísimo y a la vez interesante asunto turístico, y tratándose de entidades públicas nada hicieron antes.
El Consejo Provincial y, en estos tiempos, la Prefectura, perdón, sí que hicieron algo, depositar de manera insensata gran cantidad de rocas de todo peso y dimensiones donde antes no existía ni una sola piedra. Estas tienen su aposento natural en la punta de Charapotó, eje de mareas.
Este daño ecológico siempre fue mi preocupación, pero como joven que fui nunca tuve voz ni voto. Sin embargo, los tiempos cambiaron y en esta forma los balnearios aludidos hacen el más elocuente y veraz reclamo por la devolución de sus playas que vienen acompañadas de sus arenas blancas, en donde tienen que reposar las embarcaciones pesqueras artesanales. Soy conocedor de este asunto y estoy dispuesto juntamente con los habitantes de estas comunidades a desatarles el nudo.
En estos escritos tengo la imperiosa necesidad de seguir nombrando ejemplos. Ahora le toca a Montañita, que ya tiene su fama en Sudamérica. Observemos la saliente pétrea que está al norte de la playa, es el guardián directo que ha hecho famoso a este balneario.
Mi nacimiento fue en San Clemente y ahora soy miembro de esta honorable tercera edad y nadie que no haya nacido aquí tiene los fundamentos necesarios, por eso argumentan otras cosas. Tanto me acuerdo de las redadas de sardinas y otras especies justo en la bajada o subida a San Clemente. Tenemos la verdad, la razón y la fuerza para que se haga justicia.