El registro del Distrito de Salud, que atiende a los tres cantones, indica que en el 2016 hubo 1.005 casos de zika; un año después, bajó a 219; y el 2018 cerró con apenas un caso. Del 2015 no hay cifras porque la enfermedad se desconocía en ese entonces.

El dengue, en cambio, ya era una dolencia antigua en el 2015, cuando afectó a 3.846 personas. En el 2016 las víctimas descendieron a 1.084; en el 2017, hubo 636; y el 2018 cerró con 178. 

El chikungunya atacó a 2.554 personas en el 2015 y a 229 en el 2016. Al año siguiente se atendieron 12 casos y finalmente el 2018 cerró en cero. 

 

¿Cómo se ha reducido la cifra?. Nakin Véliz, director distrital de Salud, tiene una razón que explica la reducción de las enfermedades transmitidas por el mosquito desde el 2015: el trabajo en equipo. 

Véliz contó que en los últimos años, sobre todo el 2018, la ciudadanía cooperó más en la lucha contra el mosquito. 

Entendió, a criterio de él, que la única manera de ganarle al enemigo era trabajando junto a los representantes de Salud e Higiene. 

Por esa razón, mientras estos últimos fumigaban, cortaban la maleza y abatizaban, la ciudadanía eliminaba los criaderos de mosquitos y organizaba mingas en los barrios.    

“Y tenemos que seguir de esa manera: trabajando juntos. La ciudadanía debe estar clara que esta lucha  contra el mosquito no es solo de nosotros como representantes de Salud”, expresó.  

Wladimir Briones, epidemiólogo, recordó que hasta una tapa de gaseosa con agua sirve para que el mosquito se reproduzca miles de veces. Igual puede ocurrir en una cáscara de huevo o en una hoja de zinc semihundida. 

La bandeja detrás de la nevera es un lugar común para el criadero. Briones dijo que todo aquello es lo que hay que eliminar en casa.