Con estos antecedentes entonces, resulta absolutamente  inverosímil e inaudito que ya alejado del poder, proclame,   ante   las  violaciones a la ley  y los  abusos descubiertos y   con naturalidad que espanta,  “que no sabía nada”  que si ocurrieron  cosas indebidas, la culpa es de los amanuenses o como se llamen los burócratas de segundo y tercer nivel. Esto es simplemente “ un  insulto la inteligencia”,  como suele decir.  Es que efectivamente no es posible que a 16 o 17 millones de personas que fuimos  testigos vivos de un gobierno que prevalido de la autoridad de la que estaba investido, hizo lo que quiso, lo que le dio la “regalada gana”, como dijo otro político, hoy no asuma  los errores, equivocaciones y las violaciones a la ley descubiertos. No entiendo el porque si lo bueno que se hizo, se reconoce y los favorecidos por la obra de ese gobierno lo manifiestan cuando se puede pero ¿por qué se quiere oscurecer lo claro, descalificar  las evidencias irrefutables? Hacerlo es como negar que el sol brilla cuando sus rayos nos queman. Es como ver la luz, estar alumbrados y decir que estamos a oscuras. A este tipo de actitudes, algunos  lo llaman desvergüenza, otros descaro y los más radicales, CINISMO, con mayúsculas.  

 Pero el tema,  no es que el cinismo sea bueno o malo para una persona. Al fin y al cabo el que conciba su vida personal con cinismo,  puede vivir con ella siempre y cuando no afecte a otros. Pero una sociedad en su conjunto, no puede y muchísimo menos sus líderes. Alguna vez leí que “no es necesario mostrar belleza a los ciegos, ni decir verdades a los sordos. Basta con no mentir al que te escucha, ni decepcionar al que confió en ti”.  Este es el caso.