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A los 14 años Adam se gradúa de bachiller

Adam Valdivieso Bravo es un estudiante superdotado que quiere combatir el cáncer.

Miércoles 12 Diciembre 2018 | 10:00

En 2015 Genith Bravo envió un tuit al entonces presidente, Rafael Correa, para decirle que a su hijo no lo dejaban estudiar a pesar de que se destacaba por su inteligencia y capacidad excepcional.

Además le envió una carta que después seguramente el presidente leyó, ya que dispuso que el ministro de Educación, Augusto Espinoza, resuelva lo solicitado.
Gracias a eso, Adam Louis Valdivieso Bravo, hijo de Genith, se graduará de bachiller a los 14 años. Él estudia en el colegio Réplica Manta.
Adam es lo que la gente conoce como un niño genio, término que él no comparte porque prefiere que lo vean como una persona normal. Tiene un coeficiente intelectual de 135.
Promedio. El coeficiente intelectual (CI en forma abreviada, del alemán Intelligenzquotient, IQ) es una puntuación resultada de los test estandarizados diseñados para valorar la inteligencia. 
Al contrario de lo que se suele pensar comúnmente, el CI o IQ no es la inteligencia de una persona, sino un estimador de su inteligencia en general.
Para tener una idea: el estadounidense William James Sidis tenía un IQ de 250-300. A los seis años fue a la escuela de Gramática y se graduó en siete meses. Asistió a Harvard a los 11 años y hablaba 40 lenguas.
Albert Einstein, el famoso científico que desarrolló la teoría de la Relatividad, tenía un IQ de 160-180; es decir, estaba en el rango de genio.
El hecho de que Adam Valdvieso tenga un IQ de 135 o más lo pone en el rango de superdotado. 
Su última evaluación fue hace cuatro años.
El promedio normal de IQ de la mayoría de la gente es de 90-120, aproximadamente. 
Adam, quien vive con sus padres, Clemente Valdivieso y Genith Bravo, y su hermano menor, Francis, en Sí Vivienda, cuenta que desde muy pequeño sus padres le enseñaron a leer, especialmente su madre, y eso le abrió muchas otras puertas de nuevos tipos de conocimientos.
Habilidad. Su madre recuerda que Adam golpeaba los juguetes tratando de abrirlos. 
“Parecía que quería saber qué que tenían por dentro”, dijo.
Conforme pasaba el tiempo se dio cuenta de que su hijo tenía una gran habilidad. Entonces decidió enseñarle a leer cuando tenía tres años.
No pasó mucho tiempo para  que Adam fuese capaz de desarmar juguetes o cualquier artefacto que llamara su atención, y después de revisarlo lo volvía a armar.
Una vez que aprendió a leer, comenzó a instruirse por su propia cuenta. A los 4 años ya estaba en primero de básica.  
A partir del tercero de básico, el niño comenzó a darse cuenta de que para él era fácil leer, y por propia iniciativa empezó a leer libros de años superiores, pues estaba ávido de aprender. 
Aprendió matemáticas, física y química. 
Debido a su capacidad, lo promovieron al cuarto de básica a los 6 años.
Quinto de básica no lo estudió porque, después de una prueba que le hicieron funcionarios del Ministerio de Educación, lo promovieron al sexto de básica. 
A los 8 años terminó el ciclo escolar. “En esa época la ley no me permitía seguir estudiando ya que tenía 8 años. Estuve tres años sin asistir al colegio, pero aproveché para autoeducarme y aprender cosas que consideraba muy importantes para mí”, recordó.
Fue entonces que su madre acudió a Rafael Correa, y Adam pudo seguir estudiando. Este año será bachiller.
Adam está para grandes cosas. Su deseo es estudiar en el extranjero, por eso aspira  a ganar una beca.
Lo suyo es la ciencia y la tecnología. Quiere estudiar Nanotecnología, que es la fabricación de máquinas o  dispositivos de dimensiones nanométricas; es decir, equivalen a la millonésima parte del milímetro. 
Estos dispositivos implantados en el cuerpo humano podrían combatir, desde dentro, un tumor, a base de perseguir y destruir todas las células cancerosas que encuentre en el organismo.
Y justamente esto último es lo que desea Adam: combatir el cáncer por medio de la nanotecnología.
“Quiero estudiar en Alemania o Japón, donde la nanotecnología es muy avanzada, pero se necesita recursos económicos, por eso aspiro a ganarme una beca”, dijo.
Además, a este adolescente le gusta apoyar a los niños y jóvenes.
Mensaje. “Mi deseo es ayudar y motivar a los niños y jóvenes para que no se dejen vencer por los problemas y cumplan sus sueños. Quiero que no se encierren ante un obstáculo, porque siempre hay una forma y un método, nada es imposible”, añadió.
Hace pocos días junto con Emily Ulloa, una niña mantense que también es superdotada, contaron sus experiencias en un evento que organizó el Municipio de Manta.
Adam, pese a sus habilidades, se considera un adolescente normal.
Le gustan los videojuegos, ver películas, salir con amigos o pasear con la familia. “Tengo una buena vida social”, dijo.
Confesó que alguna vez se sintió incómodo, pues por su condición sus compañeros se sorprendían y lo miraban diferente, tenían dudas de su personalidad, pero solo era al principio.
Cuando lo conocen se acostumbran, ya lo ven como cualquier estudiante, comentó.
 
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