El primer ministro francés, Édouard Philippe, apareció en una declaración solemne a la nación para reconocer que el Gobierno cede a la subida del combustible con el único propósito de “apaciguar” el país.
“Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación”, sentenció Philippe, encargado de poner cara a la suspensión por seis meses de un proyecto que Macron había prometido llevar hasta el final.
El problema para el Gobierno es que ayer respondió a las exigencias del 17 de noviembre, día en que empezó la protesta, pero las demandas a 4 de diciembre son maximalistas y variopintas, lo que hará más complicado hallar una vía de salida a la mayor crisis de la era Macron.
Francia suspenderá durante seis meses la subida de la “tasa carbono”, la convergencia de precios entre el diésel y la gasolina y el alza de la fiscalidad al gasóleo agrícola.
En ese tiempo se debatirá sobre las “medidas de acompañamiento” que permitan un incremento.