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Reflexionando sobre el mañana (II)
Reflexionando sobre el mañana (II)
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 25 Noviembre 2018 | 10:00

Manabí debe recuperar su presencia política nacional. A pesar de ser la tercera provincia electoralmente importante, desde hace algunos años literalmente Manabí se encuentra desprotegida políticamente al no contar con funcionarios representativos unidos, que ejerzan presión para que nuestra provincia merezca la atención que su progreso requiere.

Carece de un buen número de asambleístas y funcionarios que, consecutivamente, hagan prevalecer sus derechos fundamentales en el Gobierno central.
Las elecciones seccionales están casi a las puertas y las acciones proselitistas se han intensificado, por lo que se requiere que las habilidades y estrategias propias sean estructuradas para iniciar con fuerza la carrera de Manabí, de ser posible hacia el mismo  Carondelet.
Hemos dicho que, con honrosas excepciones, las aspiraciones de sus políticos generalmente se han encaminado a presionar para que los beneficios queden en quienes ejercen las representaciones, sin llegar a la colectividad que depositó en ellos su confianza.
Es hora, entonces, que luego de aquella dureza con que en abril del 2016 la naturaleza tratara a nuestra provincia, aprendamos a que debemos estar obligatoriamente presente en el Gobierno nacional para lograr su atención, ocupando funciones donde se tomen las decisiones nacionales.
Que al fin Manabí pueda demostrar su valía en la administración general.
Ahora, cuando nos encontramos en la postrimería de las inscripciones para las elecciones de marzo, oportuno es empezar a recobrar el derecho a demandar de los partidos el acertado escogimiento de sus candidatos, conformando sus listas con manabitas de nacimiento o residentes en la geografía provincial, que hayan demostrado ser constantes batalladores por su desarrollo y engrandecimiento.
Ya no debe haber improvisaciones. Si bien hay una corriente de cambio hacia la intervención de la juventud, esta tiene que ser aplicada con prudencia, puesto que los grandes fracasos han sido el fin de los apuros y la inconsciencia.
Y de la mano con aquello de que “el diablo sabe más por viejo que por diablo”, quienes son presentados como candidatos salvadores de la suerte de los manabitas deben  tener mínima experiencia de la vida, personalidad formada, conocimiento formal de sus responsabilidades y  con dignidad como para imponer respeto y la defensa a sus ideas. Y humildad para reconocer los errores.
La prefectura, las alcaldías, las concejalías, los comités barriales deben dejar de ser aulas para aprender a ser político; son dignidades  para quienes tienen conocimientos de lo que van a hacer. Y es obligación ética y moral de las organizaciones políticas prepararlos para ello.
La misión, el objetivo deseado es que, a más de lograr que Manabí y sus cantones cuenten con administraciones eficientes, los manabitas empiecen a sentirse y hacerse valer como la fuerza política que son.
 
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