A treinta y un meses del sismo, que afectó material, moral y económicamente a la provincia, mientras empresarios y ciudadanos aún hacen esfuerzos por superar las consecuencias de tan trágico suceso, hay instituciones que abandonaron sus terrenos o sus edificios, dejándolos como la huella visible de la catástrofe.

Los edificios de la sede municipal, el Palacio de Justicia y el distrito de Educación, por poner algunos ejemplos, contrastan los evidentes daños en sus estructuras con las regeneradas calles del centro de la ciudad.

La Contraloría General del Estado cercó su terreno, que quedó como un lunar en la zona central, lo mismo que el del Servicio de Rentas Internas.

¿Qué ocurrió con los seguros que debieron cobrarse por los daños en esos edificios?

Por lo visto, con las actuales condiciones de restricción económica en el sector público, las mejoras que se hayan previsto deben esperar más tiempo.

El Municipio debe tener listos los estudios para la reconstrucción del edificio del cabildo, pero también se requiere que estén los del excentro comercial y otros de los que se ha hablado tanto, pero notoriamente se ha avanzado poco.

Es cierto que muchos terrenos están cercados, pero con el paso del tiempo se corre el riesgo de que se llenen de maleza y afecten, también, a la salubridad.

La imagen de la ciudad se irá recuperando poco a  poco; sin embargo, como una manifestación de respeto, las instituciones deben pronunciarse sobre el futuro de sus bienes abandonados.