Tal es el caso emblemático de Julian Assange (JA), huésped indeseable de nuestra embajada de Londres desde hace seis años y medio (junio de 2012) que lo tenemos asilado, con todas las prebendas que obliga la legislación internacional (al costo de un millón de dólares por año), como si se tratara de un “perseguido político”, aun a sabiendas de que este sujeto es simplemente un prófugo de la Justicia sueca que lo busca por delitos sexuales.

Y el colmo de los colmos: la cancilleresa de esos entonces (MaFer), bajo su exclusiva decisión, convenció al Presidente para que se le otorgue a JA la nacionalidad ecuatoriana con la respectiva partida de nacimiento (falseta), cédula de identidad 1729926483 (falseta) y pasaporte diplomático (falsete) con la intención de burlar al Gobierno del Reino Unido que supuestamente le permitiría salir de la embajada rumbo al aeropuerto Heathrow de Londres con destino a Moscú, en calidad de agregado consular, o algo por el estilo.

La insólita “metida de pata” de MaFer provocó dos reacciones totalmente inesperadas.

La primera: Lenín II salió a la palestra para decirle al país que él no había conocido previamente de la nacionalización de JA, que si bien es cierto, no la compartía, tampoco la desautorizaba.  

La segunda: JA a través de su equipo de abogados liderados por Melchor Gaspar Baltasar Garzón, protestó por habérselo nacionalizado como ecuatoriano de nacimiento sin haberlo solicitado ni autorizado, dado a que, si él acepta su condición de ciudadano ecuatoriano, automáticamente perdería el estatus de refugiado político que ahora tiene (gracias a la generosidad de “Inocencio” Correa)  y por lo tanto debería abandonar de inmediato la embajada de Ecuador en Londres en donde se encuentra cómodo, feliz y sobre todo… ¡Gratis!

Veamos unos extractos de la demanda presentada por JA contra el Gobierno de Ecuador el 19 del mes anterior, y ríase si su coraje se lo permite: “… mi situación ha empeorado porque no existen garantías de no ser extraditado… Mis condiciones de vida en la Embajada de Ecuador en Londres, vulneran mis derechos fundamentales y mis libertades. Han pasado siete meses después de que Ecuador me amenazase con retirarme su protección y cortase mi acceso al mundo exterior, negándome incluso a permitir que periodistas y organización de derechos humanos pudiesen verme. También instalaron tres inhibidores de señal en la Embajada para impedir mis llamadas telefónicas y el acceso a Internet…” 

La presentación de la acción coincide con la entrega a JA de un documento con el que el Gobierno pretende regular (recién) sus condiciones de vida y la de su gata “Rafica” en la legación diplomática de Ecuador en Londres. (Continuará)