Suele resaltarse a Manabí como una provincia de grandes atractivos, por sus espacios físicos, además de su gastronomía, sus tradiciones, su historia y otros elementos que complementan la indiscutible belleza paisajística.

Sin embargo, las iniciativas no pasan del servicio al usuario, lo cual es importante pero no suficiente. El turismo no se mueve solo con ofrecer alojamiento, alimentos y transporte. Esa es una parte del engranaje.

La promoción es parte fundamental, pero debe ir más allá de mostrar rostros sonrientes y lugares. Hay que garantizarle al turista que después de sus vacaciones va a retornar satisfecho y que en el futuro querrá volver.

Otro elemento necesario es la seguridad. Una persona no visita un lugar, por muy bonito que sea, donde corre el riesgo de ser atracada o lesionada.

Se debe capacitar a los servidores turísticos para que mantengan la calidad en la atención durante las temporadas altas y bajas. No es posible que se permita la subida de precios, que la atención se deteriore y que se condicione a los usuarios en las fechas de mayor demanda.

Manabí es, por tradición, una provincia de gente hospitalaria. Ese es un rasgo de identidad que podría ser potenciado, no solamente para la promoción, sino también para incentivar en los ciudadanos el buen trato.

La tarea debe ir más allá de las entidades públicas, limitadas por la burocracia y las disposiciones superiores. El sector privado es el que tiene mayores posibilidades de tomar la iniciativa y desarrollarla. Al fin de cuentas, la provincia entera saldrá ganando.