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Novedad
María, la primera taxista de Chone

La fe puesta en Dios y una oración marcan el inicio de la jornada de trabajo de María Gabriela Zambrano Zambrano (42).

Miércoles 24 Octubre 2018 | 11:00

 No espera a que la alarma del reloj suene a las 06h30, se despierta antes, se asea y antes de encender su taxi como buena conductora revisa que el vehículo esté en buenas condiciones y sale a trabajar.

María se considera una mujer de fe y profesa el catolicismo, por eso ora antes de salir a su jornada laboral, y pide al Creador que la libre de accidentes y de la delincuencia.
Sin embargo, María siempre está acompañada  de dos amuletos, uno de color rojo en su mano con 6 ojos muranos (protección contra el mal de ojo) y otro más en el cuello de color azul, porque quiere estar protegida de cualquier energía negativa, expresa.
Y es que muchos aseguran que ella es la primera mujer taxista de Chone, y a pesar de que solo lleva semana y media trabajando, sostiene que le está yendo bien, aunque muchos cuando se suben a su vehículo se sorprenden, porque no es común ver a una mujer trabajando en algo que habitualmente hacen los hombres. 
En regla. Una licencia profesional tipos B y C es la carta de presentación de esta conductora, que antes de ser taxista fue instructora de manejo.
Explica que la falta de fuentes de trabajo la llevó a conducir el taxi de una amiga, y a pesar de que tenía cierto temor en un inicio, hacer amistades con sus colegas taxistas de la cooperativa 4 de Diciembre le brindó la confianza necesaria para hacer su labor. “Ojalá pueda inspirar a otras mujeres, que a lo mejor por complejo no realizan el trabajo de taxismo, pienso que estamos capacitadas para cumplir con esta y otras labores, con tal de que todo se lo haga de manera honrada”, dice.
En el corto tiempo que lleva como taxista, asevera haber sido felicitada por los clientes e incluso han elogiado a la cooperativa y a sus directivos por dar oportunidad a que una mujer realice esta clase de trabajos en Chone.
Asegura sentirse contenta y orgullosa cada día al ejercer esta  labor.
Ella ya tiene varios clientes fijos que cada mañana lleva y retira de su trabajo, tiene aparte otros clientes que la llaman, y despacio pero con seguridad acude a cumplir con su misión de trasladarlos a donde ellos le piden.
“Me siento feliz en este trabajo, la cooperativa donde estoy es como una empresa, los lunes utilizamos uniformes de parada, es decir, una vestimenta formal, de martes a jueves camisetas con jean, y mis colegas me ayudan a empujar el carro y son atentos”, precisa.
Gabriela vive con su hermana, y tiene dos hijos que se enorgullecen de su actividad. 
El objetivo de María es reunir dinero para tener su propio taxi en esa misma cooperativa que con agrado la acogió.
 
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