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¡Barbarie!
¡Barbarie!
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 21 Octubre 2018 | 05:00

Humanamente, creo que quienes se enteraron y mucho más quienes observaron por las redes sociales los vídeos del brutal acto del linchamiento del que fueran víctimas las tres personas en la localidad de Posorja,  provincia de Guayas, no pueden menos que haberse horrorizado por las grotescas y despiadadas acciones protagonizadas por un paranoico populacho.

Que la ira y las ansias de justicia puedan ser expresadas cuando exista inconformidad con la labor de alguna autoridad, es comprensible; diría que en ciertos momentos hasta necesarias. Pero de ahí al desborde de pasiones que conduzcan a la pérdida de la racionalidad y al estado de enajenación, solo sería compartido por aquellos cuya valoración de conciencia y espíritu se  igualan con las bestias de un submundo animal.
La saña con la que los depredadores de la vida de los tres ecuatorianos cortaron la existencia de los mismos, son ejemplos de la degradación a la que se llega en manos de la ignorancia supina, de la irreflexión, de la precipitación y de la irresponsabilidad, ahora multiplicada en sus terribles efectos por el mal uso de las llamadas redes sociales.
Si la pérdida de sola una vida es lamentable, más entonces la de tres; y mucho más si por efecto de una barbarie coronada por la brutalidad de hacer “justicia” con mano propia, resulta en el destructivo pecado mayor de asesinar, alevosa y cobardemente, a quienes eran inocentes de los crímenes que se les atribuían.
Mas, dolorosamente hay que aceptar que aquello puede ser entendido por quienes tengan alma, conciencia, educación familiar, cultura de hogar; criados con los principios de respeto al prójimo, de amar al semejante como a sí mismos, preceptos que, lamentablemente, están perdiéndose de manera peligrosa, al igual que está sucediendo con los mismísimos valores de la nación debido al deterioro de los gobiernos y sus responsabilidades para con el país.
La moral, la cívica, la urbanidad son cosas excluidas de los textos escolares, a los que, increíblemente, se piensa agregar supuestos derechos de los niños a que puedan elegir su tendencia sexual, a edad en la que aún desconocen sobre su aseo personal.
Sinceramente, exteriorizo la terrible impresión que me causaran las imágenes crudas transmitidas morbosamente por quienes vivieran la barbarie del momento.
Durante los años del ejercicio de la comunicación social he observado y vivido dramas humanos parecidos o de mayor repercusión social que la comentada, pero no había percibido el sadismo aplicado por los endemoniados ejecutores de la carnicería de Posorja.       
Entonces, la justicia del hombre no debe fallar en su aplicación, identificando, juzgando y sancionando, con el máximo rigor de la ley, a quienes resulten ejecutores, cómplices y encubridores de tan execrable delito, que mancha de vergüenza al país y lesiona la dignidad del ecuatoriano como ser humano.
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