Había tres balcones en la parte de atrás, en lo que ahora es el área infantil del parque de la Madre, en Manta. “Hasta allí llegaba el agua, había un rompeolas y cuentan que el hombre cayó allí, era un colombiano, es lo único que sé; de eso no se habla mucho”, dice Randolfo Sierra, quien vivió 15 años en esa casa, y busca más detalles en su mente, esquivos los detalles, pero los encuentra, exactos, cronológicos.
“Eran los años 60 más o menos. El hotel se llamaba Aragón y pertenecía a la familia de Pedro Quiles, luego pasó a manos de mi padre llamado Randolfo Sierra Delgado”.
Randolfo, el hijo, recuerda que su padre asumió la administración del hotel pagando el alquiler. En ese entonces le cambiaron el nombre a hotel Aragonés.
“Había 16 habitaciones, no existían los acondicionadores de aire, la casa no los necesita. Las paredes eran altas y algo muy peculiar, en el techo había unas pinturas hermosas, mucho arte, bonitas”, recuerda Randolfo, de 72 años, gordo, voz ronca.
“La subida era de madera y había un pasillo alrededor, en el centro no había nada, solo los cuartos, muy linda la casa”.
Pero antes de ser un museo, antes de que fuera hotel y pasara por tres dueños, el lugar era conocido como Casa Azúa.
El historiador Jaime Cedeño lo resume en un libro.
Dice que la vivienda fue construida en 1918 por Ramón Virgilio Azúa, empresario de la época.
Algunos de los materiales fueron traídos desde Europa en barco y el terreno fue rellenado, ya que estaba a la orilla del mar.
La vivienda era todo un acontecimiento, especialmente en 1926, cuando se instaló allí una planta eléctrica que alumbró toda la avenida Colón, actual avenida Dos. La gente llenó esa calle para ver cómo encendían los focos, hubo fiesta y una banda musical.
En 1932, debido a deudas, Azúa le entregó la casa al Banco del Estado. En 1950 se convierte en el hotel Midland, del libanés Jorge Habzel. Luego, en el 60 pasó a ser el hotel Aragón, nombrado así por Pedro Quiles, nacido en España, en una ciudad llamada Aragón.
Después, en la década de los 70, es cuando lo alquila Randolfo Sierra Delgado y es desde ese entonces que su hijo, también llamado Randolfo Sierra, tiene recuerdos.
“Las puertas eran de una madera tan fuerte que había que hacer un hueco antes de meter un clavo. Nosotros teníamos un dormitorio grande que daba a la calle Colón. La mayoría de nuestros inquilinos eran visitadores médicos. Era un hotel familiar. Teníamos desayunos, almuerzos y meriendas. Mi mamá era la que cocinaba. Era un negocio próspero hasta que empezaron a llegar hoteles modernos y entonces cerramos”, expresa Randolfo desde una silla plástica, frente a un camión del Cuerpo de Bomberos, es voluntario desde hace más de 50 años.
“Un día vino la niña Luz Azúa, hija de don Ramón Virgilio Azúa. Ella me conversó parte de la historia de esta casa. Estaba viejita la niña Luz, ella nunca se casó. Me dijo ‘Yo nací aquí y mi padre me llevaba a pasear de la mano por el parque (actual plazoleta Azúa)’. Ese parque era de ellos, sino que don Ramón Azúa lo cedió. Dijo que recordaba muchas cosas de esa casa, y se emocionaba mientras hablaba, porque la casa le recordaba a su padre”, indica.
Los 100 años de la casa. Este miércoles la Casa Azúa cumple 100 años desde su construcción.
Desde el 2009 se llama museo Cancebí. Dos años antes fue adquirida por el Municipio de Manta, que solicitó la restauración al Fondo de Salvamento de Patrimonio Cultural (FONSAL) en Quito.
El museo ha pasado dos veces por mantenimiento.
El último fue este año. Los trabajos costaron 50 mil dólares. Se protegió la madera: guayacán, chanul, colorado y tangaré, con químicos especiales.
Además los objetos antiguos que se exponen en el lugar recibieron un tratamiento.
María Eugenia Maldonado, directora del departamento municipal de Cultura, dice que el miércoles habrá varios eventos, porque no solo se celebran los 100 años de la casona sino también su reapertura.
La parte musical estará a cargo de Grace Macías con un show montuvio, y también se contará con la actuación de Ángel Muentes junto al Trío Vocal 3. El evento de reapertura será seguido de una exposición denominada “Arte en acción, Manta”, del grupo Foto Club.
El museo. Actualmente en la segunda planta del museo hay objetos antiguos: vitrolas, máquinas de escribir, discos de acetato, tocadiscos, acordeones, armas. Todos donados por habitantes de Manta.
Al lugar se realizan visitas de lunes a viernes, de 08h00 a 17h00, totalmente gratuitas.
También se puede observar parte de la cultura y costumbres manabitas a través de un recorrido donde se muestran personajes, hechos de plástico, representando al pescador y al montuvio.
Hay una casa de caña guadua, típica de la campiña manabita. El nombre del museo alude a una de las primeras poblaciones aborígenes que los colonizadores españoles encontraron a su llegada al territorio de lo que hoy es la franja central de la costa de Manabí, ocupada entonces por el autóctono “Señorío de Cancebí”.
Este museo conserva objetos y efigies que identifican la realidad de los campesinos y pescadores manabitas de aquella época primitiva.