El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) escogió a la morcilla y la chicha de Calderón, y al viche de Las Gilces de Crucita como elementos patrimoniales. Esta es una parte de un plan que busca la certificación de la cocina tradicional manabita y la declaratoria de Portoviejo como capital gastronómica de Ecuador.

Son once los platos que el INPC estudia como proceso previo a determinar si se los incluye en la categoría de patrimonio.

La gastronomía no es solamente un atractivo para el turismo; debe impulsársela, también, como parte de la riqueza cultural y de la soberanía alimentaria de los pueblos.

Pero la gestión no puede quedar solamente en una declaratoria y en la promoción. Es necesario que se tracen metas mucho más ambiciosas para aprovechar un logro de esta naturaleza.

Se puede capacitar a los servidores turísticos para que, al tiempo que preservan la tradición gastronómica, se mejore el nivel de servicios y se convierta a los restaurantes en unidades de negocio eficientes.

Los platillos de la gastronomía manabita, debidamente certificados y promovidos, pueden exportarse. Lo mismo puede hacerse con los productos que se utilizan en su preparación.

Este cambio en la forma de manejar las unidades de producción debe contar con el apoyo del Gobierno con líneas de crédito convenientes, ferias internacionales, eventos de capacitación y asesoría.

Bien por la provincia y por las instituciones que han trabajado por ello.