Hace diez años, meses antes de que iniciara la obra civil de la hidroeléctrica Toachi Pilatón, ya había el temor “de que un día la montaña se viniera encima”.

Fue cuando se empezó a mostrar la realidad de una fisura en la capa de la tierra que comienza en el sector Caídas de Atahualpa y se extiende hasta El Paraíso, en Alluriquín.

Las ondas que provocaron las explosiones con dinamita a cargo de la empresa china Water Electric Corp hacían que la fisura cediera cada día, dice Édison.

Rosa M., habitante de Caídas de Atahualpa, un lugar inaccesible que colinda con el proyecto Hidrotoapi, vive al lado de una enorme herradura de 300 metros de longitud y cinco metros de ancho que es llamada la zona de ruptura.

En una entrevista concedida a este diario en el 2014, la mujer pronosticaba que de ceder, las consecuencias de la tragedia serían aún mayores que las del desastre de La Josefina, cuando 50 millones de metros cúbicos de tierra se precipitaron hacia el poblado. “Sería poco comparado con lo que puede ocurrir”, dijo.

El cerro Tamuga, plagado de fallas geológicas, debilitado en la base por explotaciones mineras y sobrecargado de humedad por el invierno, se fue abajo la noche del 29 de marzo de 1993.

 

Vigilancia. En el invierno del 2014, las autoridades de Santo Domingo de los Tsáchilas hablaron de un plan de reubicación que hasta ahora ha quedado en palabras.

En esa época el municipio elaboró un informe en el que se concluyó que la zona “no era habitable”.

Un documento de la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) señalaba que Unión del Toachi está asentado en una cuenca de drenaje donde concluyen dos afluentes.

El recinto es parte de una zona de 150 kilómetros cuadrados declarados por la SGR en alerta naranja. 

“El peor escenario es que tras el desprendimiento de la montaña, el río Toachi se represe y en cuestión de horas el agua simule a una bala de cañón que afectaría a todas las comunidades asentadas en las riberas del río”, dijo Daniel Ferrín, director de la Zona 4 de la SGR en el 2015.

En el 2013, Pablo Duque, decano de la facultad de Geología de la Universidad Politécnica Nacional envió hasta el sitio un equipo de especialistas.

Lo que descubrieron Eliana Jiménez y Pedro Reyes, geólogos, fue, por decir, lo menos alarmante.

El informe entregado por la universidad reveló que la falla geológica tiene una longitud aproximada de un kilómetro y que lo que se presenta es un movimiento de masas.

“Entre los factores desencadenantes de movimientos de masa están las lluvias (...) la excavación no técnica de taludes y la alteración de terrenos por proyectos ingenieriles”, señala el documento.

 

Se estabilizó. Según Walter Molina, ingeniero geólogo y asesor en Riesgos de la Prefectura de Santo Domingo de los Tsáchilas, aparte de la presencia de sequía en el recinto La Chimborazo, aún se desconoce la afectación de las ondas de la dinamita en el interior del suelo.

Las actividades constructivas por parte del consorcio que hace el túnel del proyecto Toachi Pilatón, que lleva a efecto la empresa Hidro Toapi, fueron mediante explosiones, no se hizo con una tuneladora, indica Molina.

El experto señala que aunque se la conoce como falla geológica, es en realidad una fisura que se desprende de la falla que constituye el cauce del río Toachi.

Molina asegura que uno de los beneficios que trajo la construcción de los túneles es que la fisura se estabilizó y desde hace aproximadamente cuatro años ya no se presentan deslizamientos y movimientos de tierra.

“Había deslizamientos por la presencia de aguas subterráneas. Al perderse el agua, el sector se estabilizó y los deslizamientos que ocurrían cada dos años hoy no han ocurrido. Se confirmó la teoría”, señala.

En Caídas de Atahualpa el municipio ha ubicado una alarma que incluye sensores y un sistema de aviso de mensajes de texto a los pobladores, que han vuelto a respirar tras años de miedo.