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TRADICIÓN.
El rosario de la aurora los regocija

Aún no son las 04h00 y ya Carlos está despierto. El ambiente en la ciudad es oscuro y frío, pero no lo detiene.

Jueves 20 Septiembre 2018 | 11:00

Media hora después sale a la calle, se abriga lo que más puede, recoge su rosario y se va a la iglesia a esperar que la imagen de la Virgen de La Merced inicie su recorrido madrugador y él ir entre la muchedumbre. 

Su historia es similar a la de muchos otros feligreses. Una dolencia en su salud lo llevó a encomendarse a la “Mechita”. Recuerda que tenía 41 años y su diagnóstico era de terror.
Como último recurso se acordó de la Virgen, a la cual su madre le rezaba en un altar que tenían en casa y a la que toda la familia le tenía mucha fe. Entonces, dijo, le pidió a la Virgen de la Merced que le ayudara, que lo salvara, y le prometió cambiar. 
En la siguiente cita médica los resultados del análisis de sangre habían cambiado. “El doctor me dijo ‘saliste del hueco’”, recuerda con alegría. 
Desde entonces cada año cumple con su manda: participar del Rosario de la Aurora, una celebración que se realiza a la patrona de Portoviejo durante 15 madrugadas, desde el 9 hasta el 23 de septiembre.
Cada día la jornada se inicia a las 04h45. Los feligreses, arropados de fe y de abrigos para enfrentar los efectos de la corriente fría de Humboldt que por este tiempo se hace sentir en Manabí, salen de sus casas, recorren diversas calles mientras van cantando o rezando el santo rosario. Unos más se animan a cargar la imagen de la Virgen. Deben turnarse para que la mayoría pueda cargarla.
A su paso los esperan los vecinos con petardos y juegos pirotécnicos para demostrar la alegría que sienten por la esperada visita.
>Con fe. Hay quienes arreglan su casa o su vereda, la adornan con flores, cuadros gigantes, globos blancos y celestes que representan a la Madre de Dios, y hay quienes contratan mariachis y bandas de pueblo para que le canten a la Virgen cuando pase por su sector. Los más modestos hacen sonar música desde una caja de amplificación, pero, en definitiva, todos quieren rendir un homenaje a “Mechita”. 
Vicente Escandón es uno de ellos. Es oriundo de Cuenca, pero mencionó que tiene 50 años viviendo en Portoviejo y aquí aprendió a querer y  ser devoto de la Virgen. Por eso junto a familiares y amigos se unen en la calle 10 de Agosto, donde esperan su paso con velas en las manos y con todo el portal adornado.
Esos segundos que la procesión pasa por su casa les genera un regocijo que les nutre el alma, aseguran.
René Segovia, economista, señala que la Virgen es muy poderosa y siempre ayuda a sus devotos. Menciona que en su caso aspiraba a tener una casa luego de tantos años de trabajo y después del terremoto de abril del 2016 lo consiguió. Él está seguro de que la Virgen intercedió ante Dios y le hicieron el milagro. Lleva alrededor de cinco años asistiendo al Rosario de la Aurora y a la procesión del 24 de septiembre, día grande de la Virgen.
Jaime Enrique Vélez, uno de los organizadores de la jornada, menciona que cada vez más personas se unen alrededor de esta celebración. Dijo que son devotos de toda edad, adultos mayores y jóvenes. Muchos heredaron esa fe de sus padres o de sus abuelos y la extienden en estos tiempos, señaló.
Recordó que esta forma de rezar el rosario mientras caminan se generó hace unos 46 años. Antes era en la misma iglesia, luego salió alrededor del parque Central Vicente Amador Flor y pasó a las calles a pedido de los feligreses que quieren que la Virgen los visite y bendiga.
Son las 05h45 y el recorrido llega a la iglesia de la Merced. Los devotos terminan de persignarse y ratifican su compromiso; luego empiezan a retirarse, muchos con la intención de regresar a la siguiente madrugada, pues la devoción es más fuerte que el sueño y el frío, señala Carolina Castillo, una estudiante que llega en licra porque de allí se va al gimnasio.
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