Actualizado hace: 935 días 16 horas 54 minutos
Héctor Francisco Ponce
¿Qué nos está pasando?

En los años setenta, don Pedro Moreira (nombre ficticio) le alquila un terreno agrícola a un extranjero de apellido Smith (nombre ficticio), el mismo que hace uso y abuso del predio que después de unos años se vuelve salino, debido al mal manejo que el señor Smith le ha dado, y como consecuencia el terreno queda contaminado de sal e inutilizable

Jueves 20 Septiembre 2018 | 05:00

En estas circunstancias, el hermano de don Pedro, llamado Juan, lo anima y lo ayuda a iniciar una reclamación legal, obteniendo una sentencia de indemnización  favorable a don Pedro en todas las instancias, ante lo cual el señor Smith acude a una instancia internacional, valiéndose de un testigo falso (llámese Juez Guerra), la cual emite un dictamen (llámese Laudo Arbitral) favorable al señor Smith, que determina que don Pedro tendrá que pagarle una alta indemnización por daño moral, es decir el perjudicado es sancionado.

Ante esta situación, don Pedro, aconsejado por su nuevo abogado (llámese Procurador), le plantea un juicio de repetición a su hermano Juan para obligarlo a pagar la indemnización al señor Smith, y también a que le cubra todos los gastos de abogados y costas procesales, porque según él, su hermano tiene la culpa por haberlo ayudado y aconsejado de plantearle una reclamación legal al señor Smith.
Lo descrito anteriormente es una parábola de lo que está sucediendo en el caso Chevron, en el que funcionarios del gobierno anterior ayudaron, como era su deber, para que nuestros hermanos de la Amazonía tengan éxito en su justa reclamación; pero en forma inaudita y hasta vergonzosa, el Procurador del Estado, que más parece procurador de la petrolera,  de manera insólita y censurable acoge el laudo arbitral sin analizarlo y cuestionarlo, y prevaricando, anuncia plantear un juicio de repetición contra todos los funcionarios que ayudaron y apoyaron la justa reclamación de nuestros compatriotas, lo que pone en evidencia que el odio supera a la razón y la lógica, ya que a pretexto de esto se busca ajusticiar a los exfuncionarios por haber actuado en defensa del país, y en caso de no haberlo hecho, también hubiesen sido censurados, ahí sí con razón. 
Ya basta de tanta sinrazón y demagogia, que el odio no nos obnubile, y en consecuencia se adopte una actitud coherente y razonable con el país, pues resulta vergonzoso y absurdo que con el fin de eludir responsabilidades se promueva una lucha entre ecuatorianos, al aceptar de hecho un laudo arbitral que adolece de inconsistencias legales y basado en el testimonio de un individuo (el ex juez Guerra), del que se denunció que fue comprado por la Chevron. El país necesita de un baño de verdad y evitar seguir entreteniéndonos con conflictos políticos y hasta personales, que nada bien le hacen a la nación.
Aplaudimos y apoyamos el combate a la corrupción, pues este es un mal de toda una vida, pero rechazamos que a pretexto de esto se busque protagonismo y se haga una cortina de humo para invisibilizar las medidas económicas, los acuciantes problemas del desempleo, que cada día aumenta, de la inseguridad y la falta de un verdadero plan de desarrollo que involucre y beneficie a todos los ecuatorianos
 
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