Germán Valencia, secretario del consejo barrial, llegó a este sector hace 22 años, cuando había cuatro casas construidas.

En todo este tiempo, asegura que una de las obras que han conseguido es la construcción del alcantarillado sanitario. El resto sigue pendiente.

Por ese motivo, en cada invierno las calles se llenan de agua y lodo.

“Se tiene que salir con botas porque el agua de la vía a Crucita se viene y se estanca en la calle Reimundo Rivas”, comenta. 

Valencia señala que no todas las casas cuentan con el servicio de agua potable. 

De hecho, varios de los moradores han recaudado dinero para iniciar los trabajos y conectarse al sistema, pero requieren de la ayuda del municipio.

“Se ha intentado para que vengan a instalar los medidores, pero aún no se concreta”, se lamenta Valencia por la falta de apoyo.

Xavier Solís, director municipal de Obras Públicas, dijo que esta ciudadela está incluida en el proyecto hidrosanitario con el que se espera beneficiar a varios sectores y cuyos estudios realizó la empresa municipal Portoaguas.