Sus recuerdos se remontan a la época en que, hace más de 50 años, desde camionetas regalaban a los vecinos sartas del pescado bonito blanco. “Como los regalaban, a la gente le daba como vergüenza. También nos daban lampadas de pinchagua. La gente solo gritaba: vayan a morir lejos”.

Aunque había todos los servicios básicos, la calle era de piedra y los carros tenían que circular despacio.

Luego del terremoto del 16 de abril, como hubo gran destrucción en la zona, muchas personas se fueron.

“Tenían miedo de volver, pero como a los dos meses volvieron, porque esta zona siempre ha sido muy comercial”, precisa Cevallos, quien es mecánico de profesión y muy conocido por el sector entre la gente.

“Nosotros pusimos el ejemplo al regresar”, afirma.

Actualmente en la calle Pedro Gual, en ese tramo, hay muchos almacenes de venta de electrodomésticos, repuestos de carros y talleres de reparación automotriz. 

Cevallos afirma que hay inseguridad, sobre todo en la intersección con la Juan Montalvo, en donde los delincuentes aprovechan la luz roja del semáforo para robar diversos productos de los baldes de los carros.