El otro día veía la repetición que hace un canal nacional de una novela ochentera venezolana, recordé cuando aquel país fue rico, cuando su gente vivía la riqueza de los recursos del Estado. No era un país perfecto, sin lugar a dudas había inequidad, pero hoy allí prima la miseria. Debe ser muy duro para los venezolanos que migraron ver la tragedia desde lejos; recordar lo que fue y contrastarlo con aquello en lo que se ha convertido. 

En nuestro país escuché decir el otro día: “Qué suerte que no nos convertimos en Venezuela” a lo que respondí: “¡No fue suerte! Hay que agradecer a Guillermo Lasso que con su candidatura permitió que los ecuatorianos dejemos claro que queríamos CAMBIO y que no queríamos convertirnos en Venezuela”. Mi aseveración yace en el hecho real de que sin esa opción, Alianza PAIS continuaba su camino rampante sobre “nuestro pequeño gran país” -como le decía un profesor mío de la secundaria-.  Aquí marchamos en contra del correismo y su modelo chavista  ¿Se acuerdan cuando el Gobierno casi se cae antes de la visita del Papa? ¿Se acuerdan cuando fueron las marchas contra la ley de plusvalía y los impuestos a las herencias? ¿ Se acuerdan cómo se paralizó la economía con las leyes de Alianza PAIS? ¿ Se acuerdan de las marchas en febrero y luego en abril frente al CNE en todo el país? Así pasamos del “nadie hace nada” al “hay que hacer algo”.

Ahora escucho decir también, “es que nadie hubiera podido desmantelar el correismo como Lenín Moreno” Y ahí discrepo, fundamentalmente, porque el Gobierno de hoy es Alianza PAIS, un correismo que supo leer que la mayoría del país votó a favor de Guillermo Lasso y el cambio contra el modelo chavista y su corrupción. Un Gobierno más abierto que hace lo posible por desmarcarse de lo que fue, lo que hicieron y cómo lo hacían, aunque haya quienes insisten en romper periódicos sobre tarimas -ojo eso ya no es popular y por eso son removidos-.

Vuelvo a mi argumento central, lo que pasó en Ecuador no fue suerte. Aquí tuvimos alguien que se la jugó contra el estado de represión y saqueo. Entramos a un nuevo calendario electoral con las seccionales y todos podemos olvidar con facilidad lo que vivimos durante muchos años y hasta hace poco más de uno. Así el estrés post traumático, nos obliga a olvidar con facilidad.  Recordemos que el pueblo pudo expresar su voluntad de cambio porque tuvo un hombre que se la jugó cuando era muy difícil jugársela, eso nos permitió -como país- palpar la tendencia y forzar un cambio de rumbo. No fue suerte y aún falta mucho por hacer.