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Tema del día
Adopción: hijos que nacen del corazón

Cuando tenía 3 años, ‘Tamy’ le preguntó si había nacido normal o por cesárea. ‘Laura’ solo respondió: “tú naciste de mi corazón”.

Sábado 18 Agosto 2018 | 11:00

 Tras dos abortos y ocho años en búsqueda de un hijo mediante prácticas ginecológicas fallidas, Laura y su esposo dieron aquel gran paso: la adopción. 

Intentaron mediante la Fundación para la Adopción de Nuestros Niños (FANN), que existía en ese entonces. Sin embargo, su historia con Tamy fue algo más especial, hace 28 años. 
“Un sacerdote que conocía mi historia me llamó para decirme que una embarazada estaba muy mal en el hospital, no tenía familiares y quería que su hija se quedara con una familia que la cuidara. Las posibilidades de que la niña saliera con discapacidad eran muy altas, pero pensé: si Dios me pone un niño especial por algo será; pero no fue así, nació sanita”, dice.
Tamy llegó para completar la familia, asegura Laura, pues fue aceptada por su entorno desde el primer día. “Necesitamos de mucho apoyo espiritual y psicológico, porque cuando eres madre biológica te preparas nueve meses, con alguien adoptivo llega de un solo, no sabía ni cómo lavar biberones”, cita. 
Laura cuenta que su hija se enteró desde muy pequeña de dónde venía. Lo hizo mediante cuentos en los que le narraba su historia. Un día, le dijo que “la niña del cuento era ella”. Además, le comentaba que tenía una mamá en el cielo. 
Para Laura, no existe diferencia entre tener un hijo biológico y uno de adopción, pues “la capacidad de amar del ser humano es tan grande. Lo que sí, es más responsabilidad”. 
Tanto es el amor, que Laura aún guarda en su librería unos álbumes de fotos y un diario en el que narra el día a día de Tamy, desde sus inicios en la guardería, hasta su dieta. 
“No sé cómo hubiese sido como madre biológica, pero como adoptiva fui y soy entregada a mi hija”, menciona. 
Incluso, desde 1992 hasta 1997 no trabajó, pues quería dedicarse 100 por ciento a ser madre. “La esperé tanto como para perderme los mejores momentos de ella”, manifiesta.
Hoy Tamy, la ‘cuestionadora’, ya sabe de qué manera nació, tiene 28 años y cuatro hijos.
 
bebé en venta. Laura no es la única madre adoptiva. “Hay muchos casos”, asegura Paola, una portovejense que también tomó el camino de la adopción. 
Su historia es de novelas, menciona con un tono amargo. 
Antes de ser madre de ‘Ricardito’ tuvo que pasar momentos difíciles, que solo recordarlos le sacan lágrimas, a pesar de que el proceso se dio hace cinco años. 
Tras un año de matrimonio, Paola y su actual esposo quisieron tener un bebé. 
Pasaron dos años de varios intentos pero no concebía, así que optaron por el camino de inseminaciones y métodos ginecológicos. 
Todos fueron fallidos y dolorosos, cuenta. 
Al tercer año se enteraron de una mujer que no deseaba tener a su hijo. 
Ahí vieron la oportunidad de ser padres. 
Siguieron de cerca el embarazo e incluso pagaron la cesárea. 
“Apenas nació lo tuve en mis brazos, aun cuando tenía su sangre”, recuerda Paola. 
Sin embargo, la madre biológica decidió tenerlo. 
Aún se le llenan los ojos de lágrimas al recordar el doloroso momento. Ya tenían todo listo para la llegada del nuevo bebé, el que sería su hijo, pero el destino les jugó una mala pasada. 
“Mi familia sufrió un shock muy fuerte”, expresa. 
Otros dos años intentó nuevamente métodos ginecológicos y “por cosas de la vida”, señala, se embarazó, pero al poco tiempo lo perdió.
“Dije: hasta aquí llega la invasión a mi cuerpo. Tengo que amarme primero y que sea lo que Dios quiera”, refiere.
La gente conocía su caso, y en una ocasión la llamaron para venderle un niño en 10 mil dólares, dice indignada. 
Luego de esto, por cosas del destino, llegaron a la unidad técnica de adopciones del MIES,  asistieron al curso, dieron todos los papeles pertinentes hasta que resultaron idóneos. 
“Cuando recibí la llamada, nos acercamos a la oficina, nos indicaron las características del niño, las condiciones en que venía. Al final fue la foto. Nosotros gritábamos de la emoción, llorábamos y todos en la oficina también lo hacían”, cuenta con lágrimas. 
El lazo entre ellos y su hijo adoptivo fue inmediato. Según el protocolo, debían pasar 15 días de inducción hasta que el niño se fuera a vivir con ellos, pero la conexión fue tan grande que al segundo día se lo dieron en la casa hogar, porque él lloraba por sus padres. 
Hoy “su guapo”, como lo llama, tiene siete años, de los cuales ha pasado cinco con su papá y su mamá, es decir, con ellos.
Dice que lo corrige y lo mima al mismo tiempo, pues “sería injusto que sufra el rechazo dos veces”. 
Él sabe de su condición y le repite que por qué no nació de su barriga. 
Como en el anterior caso, Paola le responde: “tú naciste de mi corazón”. 
 
trámites. En lo que va de este año y con corte a agosto, se han realizado tres adopciones en Manabí y ocho reinserciones de niños en su hogar. 
Guido Mosquera, coordinador zonal del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), manifiesta que ellos se encargan de la parte administrativa en todo el proceso. 
Comenta que en esta etapa se tiene dos partes: la calificación de las familias idóneas y la declaratoria de adoptabilidad del menor. 
Menciona que la primera debe pasar por un proceso que dura alrededor de ocho meses: tres para elegir la idoneidad y cinco para la asignación definitiva del menor. 
Los padres pasan por varias etapas:  entrevista preliminar, curso modular, luego de esto viene lo que es la solicitud. 
Aquí se verifica que, entre otras cosas, sea una pareja idónea (ver cuadro requisitos). Al final  es el estudio de hogar.
Para la declaratoria de adoptabilidad, en cambio, explica que tiene varias etapas: evaluación médica de cómo llega el niño, evaluación psicoevolutiva, investigación de sus antecedentes o historia de vida. Después, se ve si el niño puede ser reinsertado en su entorno familiar o si es adoptable. 
Luego el comité de asignación familiar analiza los casos, cruza información y emite su informe. 
Según información nacional, hasta junio del 2018 existían alrededor de 25.522 niñas, niños y adolescentes en casas hogar, de los cuales 348 se encuentran en procesos que podrían terminar en una adopción. 
En Manabí, de los 132 menores que se encuentran en las diferentes casas hogar, cuatro han sido declarados como adoptables, frente a las siete familias que esperan ser padres adoptivos, es decir, hay más personas queriendo adoptar que niños en circunstancias de ser adoptados.
El año anterior, en cambio, hubo trece menores declarados como adoptables frente a la misma cantidad de padres que resultaron idóneos. 
En ese mismo año, se efectuaron 16 adopciones, ya que aún había padres rezagados del proceso anterior.
 
trato. Según la psicóloga clínica Ana Laura Zambrano, el trato de los padres hacia el niño debe estar basado en el apoyo, afecto y empatía. 
“Deben hacer sentir a los nuevos hijos cuidados, seguros y amados”, cita. 
Es importante, según dice, que exista confianza, “ya que querrán hablar acerca de su adopción y es recomendable que los padres brinden el espacio para escucharlos y estimular este proceso”.
Para ella, el trato madre-hijo debe ser con la verdad. 
“Lo recomendable es que sean los propios padres adoptivos quienes le informen acerca de la adopción, siempre diciéndole la verdad. Si lo explican de forma natural, honesta y amorosa se transmitirá seguridad y comprenderá que no se trata de algo malo”, menciona.
Sobre la edad idónea para decirle a un hijo si es adoptado, manifiesta que lo mejor es en edad temprana, ya que el menor tiene la oportunidad de poder aceptar la idea e integrarse al concepto de haber sido adoptado. 
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