Queda flotando el tema más difícil que es la revisión seria  de los vehículos, especialmente  los  de transporte público, pues de alguna manera los automotores particulares son controlados por sus propietarios, conscientes -uno más que otro- del riesgo que corren ellos mismos. Esta revisión  ha quedado en manos de cada municipio, pero a la hora de la tragedia no existen responsables, como ya sucedió en Manta.

El alcalde Nebot conseguirá que los buses que lleguen a Guayaquil pasen a revisión  de la agencia de tránsito local. Fue precisamente por la indolencia a nivel nacional que el gobierno anterior inició la chatarrización de automotores obsoletos e implementó la obligatoriedad de contar con un seguro contra accidentes, a más de una nueva ley de tránsito. 

Está comprobado que a la mayoría de ecuatorianos solo los contiene el castigo al bolsillo o el eventual, pero poco probable, retiro de la licencia. Hay casos que merecen el retiro definitivo, como el de conducir un bus a sabiendas de que presenta fallas. La Ley de Tránsito debe endurecerse con un artículo que tipifique ignorar un semáforo en rojo como un intento de homicidio.

No cabe duda que la  tranquilidad que algunos dijeron sentir al final del régimen anterior, causó  el reinicio de accidentes pavorosos en todo el territorio. Lo dijo la presentadora de noticias de un canal amigo del gobierno: “se registran más accidentes que en otros períodos”… y aún no ocurrían los de un solo feriado  en carreteras de la  Sierra.

Buses que competían entre ellos  para demostrar que la línea X llega primero a su destino, o ¡al más allá! ¡Cuánta ignorancia!  En los últimos años algunos buses exhibían un teleprompter que indicaba la velocidad a la que iban, que real o aparentemente eran controlados desde una central.

En el caso de Manta, si bien la apertura de nuevas vías así como la prolongación o el ensanchamiento de la avenida 4 de Noviembre han aliviado el congestionamiento, aún hay muchas zonas donde el asunto no avizora solución. La peor de ellas  es el tramo de la Calle 24 que se junta o es parte del Tramo I de la vía Circunvalación, cuyo propósito fue unir el puerto con la carretera principal; pero la importancia de las construcciones aledañas, hoteles y centros comerciales la llenan cada vez más de camiones, tanqueros y de pequeños vehículos.

Un radar se impone en al menos seis cuadras, así como una mejor solución que el semáforo colocado en vez del redondel, que insólitamente da el paso al peatón por un solo carril, mientras por el otro y a velocidad que supera los 30 km establecidos, pasa un bus descontroladamente.