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Migración
Lograr ''el sueño ecuatoriano'' no es asunto fácil

Salen huyendo de la crisis de su país en busca de mejor futuro, pero no siempre la realidad es la que esperan o han soñado.

Martes 17 Julio 2018 | 09:09

Desde que salen de Venezuela, la ira y la tristeza son las emociones que reflejan muchos de ellos cuando cruzan el puente de Rumichaca al sur, porque si para muchos de ellos Ecuador es su destino, para otros solo sirve de paso hacia países que creen más interesantes, como Perú, Chile e incluso España.

Es el caso de Eliana Díaz, del estado de Carabobo, cuyo objetivo es trabajar y reunir dinero en Ecuador para reencontrarse con su esposo, un español que retornó a su país por las dificultades de Venezuela.
Ella explicó que en Venezuela los trámites de documentos tardan 20 meses y que “los ahorros ya no alcanzaban para cuando estuvieran listos”.
Otra venezolana narró el difícil trayecto: “Nos estafaron, nos secuestraron, nos maldijeron en Colombia, estuvimos en un monte hasta que salimos”.
La masiva afluencia hace que la situación en Tulcán, la ciudad del lado ecuatoriano de la frontera, se torne muchas veces desesperante pese a las ayudas de fundaciones y grupos familiares que se organizan para brindarles sándwiches y bebidas a diferentes horas del día.
Allí, las maletas sirven de sofás para soportar el tiempo que deben esperar, a veces por más de 24 horas antes de ser recibidos legalmente en Ecuador.
En las noches frías se acomodan en las veredas, mientras que los niños se acurrucan en los brazos de sus madres para aplacar el frío y la incertidumbre.
Las carpas o tiendas de campaña instaladas por el Municipio de Tulcán, cerca del puente, protegen a los venezolanos de las lluvias, mientras un servicio médico gratuito ofrece certificados de vacunación a los niños migrantes.
El trayecto, sin embargo, es agotador: 27 horas de viaje por tierra desde la ciudad colombiana de Cúcuta, en la frontera con Venezuela, más las esperas en las terminales de migración.
Y es que a su llegada al puente los migrantes deben realizar un doble trámite en Colombia y en Ecuador, con largas colas en ambos lados para sellar sus pasaportes.
La espera parece eterna, pero la actitud positiva y esperanzadora es la fuerza que parece mantener en pie a estos migrantes.
En Portoviejo. Marco Angulo se vino invitado a Ecuador por su amigo Pepe. Lo hizo directamente a Portoviejo porque aquí vive su amigo. Su itinerario tampoco estuvo exento de penalidades y apuros.
“Salimos desde Cúcuta, pero como traíamos poco dinero sólo bajábamos a comernos un pancito y agua, nada más”, narra Angulo, de 34 años, quien instaló una peluquería en la zona de Los Tamarindos.
Al igual que él, Olis Marcampos también se vino al Ecuador, pero se vino con un niño en brazos.
“Oye, el viaje fue cosa muy fuerte. El bus se dañó y tuvimos que dormir allí hasta que lo arreglaran”.
En ambos casos pagaron 170 dólares y el viaje por tierra tardó cinco días. 
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