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La curiosa historia de los humanos que viven como perros

El movimiento de los humanos-perros empezó en Estados Unidos, pero en los últimos 15 años se ha expandido rápidamente en el mundo.

Domingo 15 Julio 2018 | 08:00

“Siempre supe que tenía gustos extravagantes en cuanto al sexo. Y hace un par de años, en Londres, descubrí la comunidad de los humanos-perros”, cuenta Pup Bain, quien ahora es uno de ellos.

“Desde ahí me di cuenta de que disfruto vestirme como uno y comportarme como tal”, le dice a BBC Mundo.
Pup Bain –un nombre que se podría traducir al español como “Cachorro Bain”– es holandés, vive en la capital británica, y en su día a día se dedica al diseño web.
Se describe a sí mismo como tímido e introvertido. Un comportamiento completamente opuesto al que tiene cuando se transforma en perro.
“Mi personalidad humana y mi personalidad canina se complementan y eso me permite encontrar un equilibrio”, menciona.
 
Fetichismo. El de los humanos-perros es un estilo de vida que se desprende de las prácticas más conocidas de sumisión y sadomasoquismo.
Según sus practicantes, empezó a popularizarse hace aproximadamente 15 años, cuando internet facilitó la comunicación entre aquellos que comparten este tipo particular de fetichismo.
Aunque en la comunidad hay todo tipo de personas, sus integrantes suelen ser hombres homosexuales. A muchos simplemente les gusta vestirse con prendas de cuero. Otras personas encuentran placer en el tipo de interacción típica de la relación entre una mascota y su amo.
Y como explica un documental recientemente transmitido en Reino Unido por Channel 4 –The Secret Life of the Human Pups (“La vida secreta de los cachorros humanos”)– la práctica no tiene ningún tipo de relación con la zoofilia.
Además, si bien este tipo de relaciones ciertamente tiene un vínculo con lo erótico, no siempre está relacionado con la sexualidad: muchos grupos de humanos-perros se reúnen simplemente a jugar.
Por lo demás dentro de las comunidades de humanos-perros existen dos tipos de roles: amo y mascota.
Y la relación y las dinámicas que se desarrollan entre ambos son exactamente iguales a las que existen entre un humano y una verdadera mascota animal, le explicaron varios de ellos a BBC Mundo.
El que juega el rol dominante, puede ser bien un dueño o nada más un encargado del humano-perro. Tener un dueño implica tener una relación más estable, constante y comprometida.
Y el humano-perro que halla uno, automáticamente debe poner en su collar una placa con el nombre y los datos de la persona a la que le pertenece. En ese momento deja de ser considerado como un humano-perro extraviado.
Reciben órdenes de sus dueños o encargados, se sientan, se hacen los muertos, dan vueltas y reciben premios cuando han sido obedientes.
También juegan con otros humanos-perros y se ponen boca arriba para que les rasquen la barriga. 
La razón por la que la gran mayoría encuentra placer en esta práctica es porque durante el tiempo que dura, olvidan problemas.
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