Se trata de una especie de ceremonia y comparsa que consiste en llevar doce aves (gallos, especialmente) que cuelgan de un palo sostenido por dos bailarines que van en cada extremo.

El grupo que va adelante y junto al madero o larga caña con su cargamento de gallináceas, marcha y danza con alegría mientras avanza desde la casa del prioste del año vigente hasta el hogar del próximo y que por eso recibirá la rama para asegurar el auspicio de la fiesta venidera, explica diario El Universo.

Mientras los aruchicos, disfrazados y acompañantes bailan al son de la banda y recitan coplas, el prioste escogido los espera con un gallo vivo o en pie que lo entregará a la comitiva en señal de aceptación del ‘cargo’ o priostazgo, quedando comprometido a entregar una rama igual de gallos vivos el año siguiente.

En cambio, la entrega del gallo capitán y una malta de chicha es otra ceremonia que se alterna con la anterior. Una mujer -la esposa o familiar del prioste- es quien entrega un corpulento gallo adornado con cintas multicolores y billetes de moneda vigente al dueño de casa, quien lo recibe y no puede evadir la ‘obligación’, como la de atender con abundante comida y bebida al prioste visitante, los bailarines e invitados, so pena de ser víctima del castigo de ‘san gallo’.

Reto. Por su parte, el gallo compadre es un juego que consiste en enterrar un gallo en la plaza del pueblo, dejando tan solo su cabeza afuera. 

Entonces, machete en mano y con los ojos vendados, cada compadre tiene la opción de descargar tres machetazos sobre el animal enterrado.

Si el participante logra descabezar el gallo, este será cocinado y brindado a los presentes; si no acierta, pagará multa (una botella de aguardiente u otro licor).