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SUCRE
La cruz, una tradición que no se apaga

Sobre el cerro Centinela de Charapotó existe una gran cruz, que guarda secretos y tradiciones de esta centenaria parroquia.

Jueves 21 Junio 2018 | 04:00

María Barreto cierra los ojos y los recuerdos la trasladan a épocas de antaño, cuando nace la historia de veneración a la cruz. A sus 95 años recuerda cada momento de esas bellas épocas a blanco y negro.

Las fiestas de la Santa Cruz aún sobreviven como costumbre innata de los cholos y montuvios de esta parroquia de Sucre. 
Ángela María Gilces Navarrete, madre de doña María Barreto, fue quien inició la celebración.
Según cuenta Barreto, al caer la noche sobre el cerro se observaban espectros y personajes demoníacos. 
Moradores aseguraban que duendes bailaban sin temor de los parroquianos. En ocasiones se escuchaban silbidos de terror que retumbaban los tímpanos durante varios días, como recuerdo de que estaban presentes.
 
>solución. Cansados de esto, los habitantes decidieron enfrentar lo malo. Junto con un sacerdote acudieron a la cima del Centinela y plantaron una cruz de madera. Con eso lograron controlar los malos espíritus. Para estar más seguros realizaron la fiesta de la Santa Cruz sobre el cerro, observando toda la comarca. Nunca más se divisó espectro alguno, aseguran.
Al igual que los santos sobre repisas y altares, la cruz debía estar iluminada, tradición montuvia que rescatan en la parroquia. Es por eso que una persona sube hasta el cerro para mantenerlas encendidas sobre frascos con mecheros de querosene.
Barreto recuerda que el encendido de las cruces fue pasando de generación en generación y quienes lo hacían ya no están en este mundo. Actualmente hay profesionales, jóvenes trabajadores, niños y más orgullosos pueblerinos que mantienen encendida esta enigmática tradición charapotense.
Verónica Mero cuenta que hace varios años estas fiestas evitaron una catástrofe, ya que todos estaban en el velorio, cuando un ‘diluvio’ los tomó por sorpresa. Agrega que la lluvia fue tan fuerte que llenó de agua y lodo casas y calles, destruyendo todo a su paso. “Todos estaban despiertos en el rezo y gracias a eso no hubo pérdidas humanas”, explica.
Durante todo el mes de mayo, los parroquianos celebran esta actividad. Hay fiesta, baile y rezo. Una tradición que mezcla la cultura montuvia con la tradición religiosa, pero lo más importante para todos los feligreses es “que no se apague el fuego de la cruz”.
 
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