Siempre he creído que para ser un gobernante de cualquier instancia, llámese país, provincia y ciudad, que logre bajo su administración profundas y sustentables bases para hacer posible un desarrollo económico integral (agrícola, turístico, social, científico y tecnológico), se necesita ser conocedor profundo y apasionado por la realidad geoeconómica y social, así como de las necesidades prioritarias de la ciudad, provincia y país.

En el caso del actual prefecto, ha sido muy lamentable (juzgando por los resultados) que Manabí no haya heredado, en 15 años de administración, un megaproyecto que ya nos hubiese convertido en la provincia del milenio, con un desarrollo integral de la agroindustria nivel A, agroexportadora y potencia turística consolidada, superando toda retórica. 

Es necesario enfatizar, que en lo relacionado al desarrollo agrícola, a esta altura, en todo Manabí se estuviera cultivando los 12 meses del año las buenas tierras en bajos y colinas y así haber dejado de depender de los buenos inviernos; esto si es que ya se hubiesen concluido todos los proyectos de riego diseñados hace 20 años.

Hoy todos los campesinos propietarios de tierras altas ya deberían tener sus sistemas de riego instalados, con toda la asesoría y tecnología presente sembrando y cosechando durante todo el año de manera continúa, con lo que ya tendríamos producción de alimentos y materia prima para el consumo local, nacional y la exportación.

A criterio de personas entendidas, con las que me he asesorado para escribir estas reflexiones, se calcula que en los 15 años de gobierno provincial, entre ingresos provenientes de leyes, créditos y convenios, se ha manejado una cantidad superior a los mil millones de dólares para inversión, una cantidad suficiente para haber proyectado una mega obra, con lo que la provincia estuviera en franco desarrollo económico.

Muchos opinan que la prefectura falló (no importa quien haya sido el prefecto) al no haber tenido claro sentido de lo verdaderamente prioritario y no haber ejercido el liderazgo que se le otorgó, exigiendo al gobierno su promesa de transformar a Manabí. Esto es algo que no debe repetirse.

Hay quienes se sienten frustrados porque en las tres elecciones votaron por el actual líder, confiados en que, como había sido un prospero empresario privado, podía crear condiciones efectivas en estos 15 años para hacer prosperar a la provincia. 

Con esta experiencia es que quienes elegiremos a los nuevos mandatarios provinciales y locales debemos fijarnos y apoyar a un candidato que presente un concreto plan de desarrollo integral para la provincia, alguien con experiencia pública y privada. Y, como dice la Biblia, no avaro ni dado al licor.