Esto, una vez que la ciudadanía del vecino país escogiera ya a su nuevo mandatario en las elecciones desarrolladas el domingo pasado.

El ganador, Iván Duque, del partido uribista Centro Democrático, ha sido un fuerte crítico del modelo de paz que el presidente saliente, Juan Manuel Santos, aplicara con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para culminar la larga y extensa actividad violenta de este grupo de alzados en armas.

La revisión del acuerdo de paz que fuera firmado en el 2016, con la intención de hacerle modificaciones estructurales, fue ratificada por Duque, lo que seguramente causará reacciones, cuya intensidad se generará dependiendo de las consecuencias que aquellos cambios tengan para quienes se desmovilizaron.

Probablemente el alto mando político de los exFARC exigirá el cumplimiento a lo contemplado en el acuerdo firmado con Santos. Y en las negociaciones todo puede suceder. 

Esta posibilidad debe preocuparle a nuestro gobierno, porque todo cambio afectará la situación fronteriza, en razón a lo sensible de la misma.

Entonces,  hay que asegurar del nuevo gobierno colombiano la atención especial al sector, garantizando la presencia de sus fuerzas del orden para arrebatarle a guerrilleros y delincuentes el control fronterizo.