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Ni de izquierda, ni de derecha
Ni de izquierda, ni de derecha
Por: Leonardo Moreira Delgado
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Viernes 25 Mayo 2018 | 04:00

Desde un tiempo acá, en el mundanal ruido de la política ecuatoriana, cuando se quiere encasillar a un político o gobierno por su ideología doctrinaria y filosófica, ya casi no se habla de la izquierda ni de la derecha. Será acaso porque los que fungían de izquierdistas, con sus acciones demostraron ser más de derecha? O los que fungían de derechistas, llegaron a tener comportamientos burocráticos de izquierdistas?

Ahora, este mismo escenario en el Estado llano, es decir, para los ciudadanos de a pie, sin duda constituye una etapa de confusión o culturalmente de desinterés, ya que eso no sería para ellos, que son la mayoría de electores, lo más trascendente. Pero, cuáles serían las acciones que identifiquen esa identidad política a un candidato, funcionario o autoridad gubernamental, de derecha o de izquierda?
En su origen encontramos tres fechas históricas, que geográficamente apuntan a lo mismo: la una que tuvo lugar el 14 de julio de 1789, en la votación de la Asamblea Nacional Constituyente, de la Revolución francesa, en la que se discutía la propuesta de un artículo, que establecía el veto absoluto del rey a las leyes. Los diputados que estaban a favor, que suponía el mantenimiento de hecho del poder absoluto del monarca, se situaron a la derecha del presidente. Los que estaban en contra, poniendo por tanto la soberanía nacional por encima de la autoridad real, se situaron a la izquierda.
La segunda versión, fue en la sesión del 28 de agosto de 1789, ya constituido el Tercer Estado como Asamblea Nacional, los partidarios del veto real absoluto se pusieron a la derecha y los que se oponían a la izquierda y una tercera versión sostiene que fue el 11 de septiembre de 1789, por la forma práctica de sentarse al votar en Versalles, donde surgieron tres grupos: uno que estaba a favor, otro en contra y por último, uno de indecisos, que los bautizaron como «llanura», «montaña» y «marisma».
Partiendo de esta versión histórica, en los tiempos actuales de la “república banana” usted muy bien puede identificar a las llanuras, que serían los que defienden la “década cleptómana”, del monarca “Ratael”, las montañas que serían los que se pasan discurseando y no quieren tomar el “toro por los cuernos” para que los “robolucionarios” devuelvan todo a las arcas fiscales y los marisma que podrían ser los “ovejunos” y oportunistas, que toda la vida muelan de los gobiernos de turno.
Al margen de estas nociones políticas, a lo que sí debe ponerse mucha atención es a la formación doctrinaria de un candidato, ya que sin ideología no se sabe de dónde viene y hacia dónde va, formación que se requiere para defender lo correcto y oponerse a lo injusto y no terminar haciendo lo contrario a la razón del mandato popular.
 
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