Decimos que continúa impaga la deuda con el sector porque no se le ha retribuido lo que merece y corresponde a través de la ejecución de políticas que promuevan el bienestar campesino, ni tampoco se asignan recursos para la realización de obras básicas para una agricultura moderna y creciente, como es el caso de la falta de riego a nivel de finca en los proyectos denominados emblemáticos de contención de agua como el reciente trasvase del río Daule al Vinces, inconclusos e inútiles por la ausencia de obras complementarias que conduzcan los caudales directamente a los cultivos actuales o futuros.

Varias veces el régimen actual ha hecho anuncios de una pronta exposición de los planes que las autoridades han diseñado para el sector pero, ya próximos a concluir  un año  de gestión, no se ha publicado nada al respecto, cuando el propio presidente informó en cadena nacional que cada ministro lo haría en un plazo no mayor a una semana, de lo único que se dispone es de la denominada minga agropecuaria, cuyo eje tangible es la entrega subsidiada de los llamados kits de pesticidas, semillas y fertilizantes, que de paso se encuentran seriamente cuestionados. Las políticas de comercialización han sido fallidas, los reclamos de los bajos precios de las cosechas siguen presentes con todos los productos y territorio nacional y hasta con fervorosas manifestaciones en calles y carreteras.

Los pacientes agricultores siguen a la espera, en la confianza que antes de cumplirse el primer aniversario gubernamental el presidente Moreno concrete el anuncio de una efectiva política de desarrollo agrario que incluya objetivos específicos, metas y determinación de recursos, en la esperanza que se corrijan fallas, muy especialmente en la comercialización de los productos del campo, causa de la pobreza y marginación de  un buen número de ecuatorianos.