Muchas son las personas cuyos testimonios hablan de que ese barrio de las alturas es poco recomendable para transitar sin precauciones o cuidado. Una tradición de violencia respalda esa advertencia.
Pese a esto, sus moradores insisten en que el asunto ha cambiado, de ser una zona caliente a casi fría.
Así lo señala, con conocimiento de causa, doña Susana Delgado Intriago, una mujer cuyas contundentes palabras suenan a decreto presidencial.
Desde una silla plástica, en el portal de su casa, cuenta cómo fue cambiando la historia del barrio.
“Esto primero fue barrio y luego parroquia San Pablo”, precisa doña Susana, quien recuerda que de esos dominios los personajes fundadores fueron Toribio Rafael Palma, Sabino Delgado, Carlos Ibarra y
Luis Gines, entre los más viejos.
En aquella época todo era puras colinas, no había servicios básicos y el agua se la acarreaba en burros. Tampoco llegaban los buses de servicio por allí.
“En la calle Francisco P. Moreira había pozos y pasaba el río; de allí se succionaba agua con una bomba”, agrega la señora Delgado.
Con el tiempo -según ella- les llegó un sistema de bombeo de agua potable, al que califican como la obra más importante que se ha realizado en San Pablo.