La situación económica del país demanda la aplicación de una política de estricta austeridad fiscal, con medidas que detengan el déficit que angustia al gobernante y amenaza suspender las principales obras de desarrollo nacional.La reducción de ministerios, secretarías de Estado, entidades adscritas al gobernante, asesores de asesores, secretarias de secretarias y número de burócratas ocupando funciones o cargos, muchos alegremente creados en el régimen anterior, es una medida concordante con las exigencias del momento.
Y aquello que empezara el Ejecutivo debe continuar siendo emulado por las otras funciones del Estado, como el Legislativo, donde los compromisos partidistas-electorales-amistosos suelen surgir de todos los lados, con características impresionantes que significan importante peso al presupuesto institucional.
Bienvenidas, entonces, todas aquellas medidas restrictivas a gastos no urgentes que puedan ser sustituidos o evitados sin alterar las obligaciones básicas de las funciones, como viáticos, pasajes al exterior a congresos o reuniones con resultados muchas veces desconocidos.
La responsabilidad es de todos y de igual forma deben ser las abstinencias, especialmente luego de haber pasado un período de alucinada abundancia, duramente contrastada con la realidad imperante.
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