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Personaje
Su mente colecciona cuentos

Con los números, Enrique Cañas no tiene empatía. Pero en la oralidad es todo un experto y lo demuestra al narrar sus cuentos.

Lunes 23 Abril 2018 | 03:00

 ¿Cuántos años tiene?, se le pregunta. “82 parece que es. Yo no sé, pues, como no sé la resta, pues. En suma, usted la multiplica rápido, pues”, responde Cañas.

El hombre, que se identifica como montuvio, nació en el sitio Mocora Grande,  del cantón 24 de Mayo, y contó su historia para  El Archivo de la Memoria de la Unidad de Cultura de la Universidad Técnica de Manabí UTM().
Es un abuelo amigable y risueño que hace gala de su coquetería en cada parte de la entrevista. Dice que ha tenido varias mujeres, incluso una gringa que se lo quería llevar a España, pero ahora solo está con una y se llama Guillermina. 
Cada capítulo de su vida es una novela completa llena de cuentos que alimentan la tradición oral de su sector. Sabe muchas historias de duendes, de “cosa mala” (referente al diablo), entre otras que lo hacen asegurar que en su campo había un lugar “encantado”. 
Lugar mágico. “Ya se terminaron. Ya no existen”, afirma el hombre sobre estos sitios que se ubicaron en el sector de Agua Fría, del mismo cantón. 
“Uno va por aquí a Noboa, a 24 de Mayo, y La Guayaba. En el camino había una pequeña laguna. Entonces unos mozos siempre habían visto que ahí caía una chica a bañarse. Entonces uno de ellos se enamoró de la chica, pero no se atrevía”, así, Don Enrique comenzó uno de los de cuatro cuentos que narró durante la entrevista.  
Desde niño, este montuvio de cepa empezó a coleccionar historias en su mente. La mayoría, según él, se le han borrado, pero su certeza queda desvanecida cada vez que narra un nuevo relato y asombra a quienes graban su testimonio en una cámara de video. 
Entre sus recuerdos, encuentra las anécdotas de su mamá, quien fue curandera y le atribuye el don de sanar un montón de enfermedades a base de yerbas y plantas de su campo. Admite que nunca quiso aprender este oficio porque no le llamaba la atención. 
Lo suyo es el campo. Lo conoce muy bien y a los animales también. De hecho, cuando se refiere a estos, vienen a su memoria nuevos relatos relacionados al diablo, pues él jura que “todo eso existe” y que a él se le presentó. 
Pero bueno, ese es otro cuento, como el de ‘La onza, el tigre y el león’ y el del ‘Pollito con el baulito de plata’. 
Con estos relatos, Don Enrique se va de largo. No lleva cuenta del tiempo, al fin y al cabo, los números no son lo suyo. 
 
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