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Manta
Murieron esperando las casas

Hugo Giler era una persona con tanta paciencia, que no le alcanzó la vida para probar hasta dónde podía llegarle.

Domingo 22 Abril 2018 | 11:00

 Murió esperando  una casa.  Tenía 84 años. Ya le pesaba la edad y a sus pasos cansados lo acompañaba una pena grande por esa vivienda  que le prometieron construir y que llegó hace dos semanas, cuando él ya tenía tres meses sepultado. 

Hugo vivía en el barrio María Auxiliadora, un sector de la parroquia Tarqui de Manta destruido por el terremoto del 2016.
Un barrio de callejones y casas pequeñas parecidas a favelas, que después del sismo quedó en escombros, como la mayoría de las viviendas en Tarqui. 
Allí viven 57 familias que llevan dos años sin casa y a quienes hace dos semanas les dijeron que se las van a construir.
Hugo, cuenta su cuñada Mariana Mero, murió de depresión porque vio su vivienda en ruinas luego del terremoto y se entristeció en la espera de la casa que no llegaba. 
Durante estos dos años vivió alquilando con su familia, pero siempre decía que quería regresar a Tarqui, dice Mariana. 
“Estaba muy triste y enfermo. Así pasa cuando a uno le  falta lo suyo, lo que le pertenece, uno se acaba rapidito”, indica. 
La semana pasada en el María Auxiliadora había alegría porque empezaban los trabajos para la construcción de 51 viviendas y cuatro bloques. 
Pero en medio de esa alegría, Ramón Andrade dice que cuatro de sus vecinos no alcanzaron a celebrar la noticia de las casas nuevas. Hugo es uno de ellos.  
Cuatro se murieron esperando, dice Ramón. 
Ellos estaban enfermos, y  muchos vecinos dicen que fue depresión, porque querían vivir en sus casas y no alquilando. 
Emerita Holguín, por ejemplo, falleció en “casa ajena” y en la agonía pedía que la llevaran a su vivienda, en Tarqui. 
Ella también esperaba una casa y era conocida en el sector porque tenía una tienda y vendía empanadas en las tardes. 
“Dicen que falleció de cirrosis, pero la verdad es que de pena también se muere”, indica Ramón.  
Más adelante, en el mismo barrio, murieron  Juan López  y Ángel Delgado. Uno de 78 y el otro de 80 años. 
Ambos perdieron sus casas en el 2016 y esperaron por mucho tiempo volver a vivir en el sector. 
Fallecieron el año pasado enfermos, pero Ramón insiste  que eso de agravarse justo después del terremoto tiene que ver con la depresión que le da a uno cuando de tener todo pasa a no tener nada. 
Ramón cuenta que sus cuatro vecinos fueron sepultados en el cementerio de la parroquia Tarqui. 
Allí los visitan de vez en cuando. “Porque para allá vamos todos tarde o temprano”, expresa. 
Construcción. El plan habitacional para el barrio María Auxiliadora será construido por la empresa Ciudad Rodrigo luego de que la empresa pública Ecuador Estratégico aprobara el proyecto.
Había sido una pelea de meses, dice la dirigente María Barrezueta. 
Ella lideró la petición de viviendas y asegura que todo se dificultó porque algunos   terrenos eran pequeños y no cumplían con las medidas que requería el Miduvi para construir viviendas. 
“Una de las propuestas era que nos reubicáramos, pero nosotros siempre quisimos quedarnos, no íbamos a dejar Tarqui”, expresa. 
María dice que pasaron muchas dificultades antes de hallar una solución porque las autoridades les ayudaban, pero a su ritmo, lentamente. 
Empezaron pidiendo al municipio la limpieza de los terrenos, luego presentaron proyecto habitacional, después la expropiación de un terreno y al final obtuvieron la respuesta que siempre habían esperado: las casas se iban a construir. 
Las viviendas llegaron, dice María, justo cuando pensaban que era imposible y cuando mucha gente prácticamente “se murió esperando”. 
“Es una pena que los vecinos no hayan visto la construcción de las casas. Si Dios quiere, pronto estaremos de nuevo aquí”, señala.
Eduardo Mendoza, residente de Ciudad Rodrigo, manifiesta que las casas estarán  listas en menos de cinco meses, puesto que son de estructura metálica, muy similares a las del plan Casas para Todos.
Para construir las viviendas, unos 400 metros cuadrados fueron cedidos por el comité de trabajadores de La Fabril al municipio.
 
>tarqui. El María Auxiliadora es solo una parte de lo que fue el casco comercial de Tarqui.  En la esquina, justo en la calle 105 y avenida 109, los trabajos de reconstrucción siguen, pero en toda una cuadra solo la  familia Anchundia se ha atrevido a volver.  
Ellos son tres personas que viven en el tercer piso de un edificio donde no hay agua potable, pero que dicen haber regresado porque su casa está intacta, aunque a las siete de la noche ya deben cerrar las puertas. 
“A esa hora no hay nadie por aquí, absolutamente nadie. Solo algunas lámparas, las nuevas, se encienden, pero pocos o casi nadie camina por aquí a esa hora”, señala Patricia Anchundia.  
Esas escenas le traen nostalgia porque ella siempre ha vivido en Tarqui, desde hace 45 años, y lo recuerda bullicioso, sin descanso, como una fiesta eterna.
En Manta el mayor daño del sismo se concentró en la parroquia Tarqui, denominada después como la zona cero. 
Los trabajos de reconstrucción que se desarrollan en Tarqui están a cargo del Gobierno. La zona comercial de Manta luce casi todo el día desolada.
La última obra que se ejecuta en el lugar es el soterramiento de cables eléctricos y telefónicos. A cargo de eso está PRIZA (Plan de Reconstrucción Integral para las Zonas Afectadas), una unidad creada por la Corporación Nacional de Electricidad (Cnel). 
El 2 de abril, el gerente general de Cnel, Fausto Valle, afirmó que los trabajos de soterramiento culminarán a finales de julio. 
 
>quiere que aceleren. Ramón Andrade, el vecino del María Auxiliadora, dice que tienen la esperanza de que la obra termine, porque ya han sabido de dos o tres prórrogas en este proyecto. 
Dice que espera ver a Tarqui levantado, como antes. Porque no quiere irse de este mundo sin ver a su “tierra” renovada. 
Y dice aquello mientras recorre el cementerio Tarqui, donde están sepultados don Hugo Giler, la señora Emerita y sus vecinos Juan y Ángel. 
Se acerca a la tumba de Hugo para persignarse, luego golpea el vidrio de la bóveda como quien llama a una puerta. 
“Hugo, aquí estamos”, expresa. “Te vinimos a visitar. Ponte pilas hermano que ya empezaron a construir las casas”, dice. 
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