Los hechos terroristas  acontecidos en la frontera norte empañan de luto al Ecuador e imponen la necesidad de  desarticular los grupos terroristas y subversivos, ideólogos y ejecutores del crimen organizado que al publicitarse en “acuerdos de paz”  disiparon el incremento de disidentes de miembros de las  FARC en suelo ecuatoriano.

Desplegados los esfuerzos de inteligencia militar ecuatoriana se confirmó que el canal de comunicación oficial perdió confidencialidad y el canje en beneficio de los secuestrados del 26 de marzo fracasó.  La vida de inocentes pagó el precio de la improvisada política exterior, que denota la ruptura de la representación diplomática de carrera y de la falta de directrices de los ministerios de Defensa y del Interior. 

De la década perdida, la operación Fénix desarrollada por el Gobierno colombiano en Angostura en el 2008, fue una alerta para abrir la investigación e iniciar las acciones para precautelar al territorio nacional de presencia de grupos guerrilleros; sin embargo, la afinidad de miembros del Gobierno por la lucha bolivariana confirma el proceder en estos casos. Podemos avanzar en paz?

Otro hecho alarmante es el caso de la valija diplomática, de diciembre de 2011, mediante el cual se envasaron al vacío 40 kilos de cocaína líquida dentro de jarrones que se encontraban en cajas transportadas en la valija diplomática ecuatoriana con destino a Milán. Proceso del cual el fiscal de ese entonces, Galo Chiriboga, desestimó relación alguna del canciller Ricardo Patiño.  

Del operativo Resurgir del 2011 se colige implicaciones de tráfico de droga desde Ecuador y México con el cártel de Sinaloa. Investigación realizada al frustrarse el envío de drogas de Ecuador a España.   

Con los últimos incidentes en San Lorenzo -Mataje y El Pan- Inteligencia militar desplegó sus esfuerzos y se alineó al mandato presidencial, enfatizando arremeter con todo el contingente necesario para combatir acciones terroristas.

La comisión binacional de frontera Ecuador-Colombia, mecanismos 3+2  confirma la lucha contra los grupos subversivos y terroristas, acordando  desplegar las acciones conjuntas. Ofreciendo, además, recompensas por el lado colombiano de 400 millones de pesos y de USD 230.000 de Ecuador a quien facilite información para la captura de “Guacho”.

Las  vidas de  Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, miembros del equipo periodístico de El Comercio, secuestrados y asesinados por el grupo “Olivier Sinisterra” se convierten en el emblema de las acciones que ambos países deben desplegar por mantener la seguridad y la paz en la frontera norte. Así como es imperativo desarticular el voraz negocio de la producción de clorhidrato de cocaína, es también una necesidad de acción sin tregua para las naciones mantener la paz.