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Esa guerra no es nuestra
Esa guerra no es nuestra
Por: Jaime Enrique Vélez

Jueves 19 Abril 2018 | 04:00

La dolencia, la impotencia y el malestar son los síntomas que han asistido a nuestras vidas en estos últimos días; todas las escasas esperanzas que Paúl, Javier y Efraín volvieran a sus senos familiares ilesos se hicieron añicos. Un generalizado sentimiento de sufrimiento patriótico recorrió todo nuestro ser.

Consideramos que con los crímenes de ellos también nuestra patria sufrió un terrible atentado en su majestad y dignidad, dejando como nefasto legado un artero y aciago ataque que revive viejos hechos similares y una franja de lindero permeable para futuros asaltos.
Los pueblos ecuatorianos que forman las fronteras vivas fueron blanco de agresiones por parte de los irregulares milicianos que dominan todo ese vasto territorio, embestidas que en un principio fueron de amedrentamiento, pero fueron subiendo su peligrosidad hasta llegar a cobrar la vida de cuatro valientes soldados que cayeron víctimas del ominoso ataque a traición. 
La historia nos relata que nuestro vecino país norteño siempre sufrió los fatales y mortales estragos de los diversos grupos guerrilleros, que en sus inicios luchaban por sus principios ideológicos, para después asociarse con los poderosos capos de la droga, logrando formar los temibles cárteles para traficar estupefacientes y armas y lograr fundar un Estado que,  para mala suerte de los ecuatorianos, limita con nuestras fronteras patrias, sufriendo todos sus malos estragos.
Las tristes y atroces muertes de estos tres hermanos nuestros, más allá de su explicable dolor, porque dejan sus familias desamparadas y al país sin sus significativos aportes al desarrollo social, nos obligan a actuar y pensar diferente a la manera sosegada que lo hemos hecho hasta la ahora. 
Siempre fuimos víctimas de una guerra totalmente ajena, de una conflagración que no es nuestra, pero por mantener el status pacifista que nos adorna, para manifestarle al mundo que somos “una isla de paz”, hoy nos agreden en nuestra propia tierra y nuestros hermanos civiles y militares vilmente asesinados. 
Todo esto bajo la permisividad y tolerancia excesiva del régimen anterior que compartió y fomentó el libre tránsito de los narco terroristas por los caminos y ciudades de nuestra patria; y el  actual que recibió todos estos problemas, pero que le faltó tino y experiencia a sus funcionarios que se mostraron ambiguos y medrosos para tratar y dialogar con los asesinos que no tienen compasión ante sus indefensos mártires. 
Que las muertes de Javier, Efraín y Paúl nos abran un horizonte lleno de libertad, que nuestros mandatarios entiendan que si dejaron a morir a los tres ahora tienen que proteger a todos los ecuatorianos. Hasta siempre compañeros periodistas.          
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