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Jorge y Jorge Emilio

Martes 17 Abril 2018 | 05:00

9 de abril de 2014: fallece un hombre de bien, mi padre. Y su amigo Jorge Zambrano García pronunció unas poéticas y sentidas frases que hasta hoy nuestra familia las recuerda afectuosamente.

16 de abril de 2016: terremoto en Manabí. A pesar de haber denunciado varias veces ante el municipio la ilegal y anti técnica construcción vecina, lo sepultó a Jorge esa misma pared ante la cual él premonitoriamente protestaba.
17 de diciembre de 2017: después de una infatigable y aguerrida batalla contra el cancer, prematuramente se nos adelantó en su final viaje, Jorge Emilio. 
En su doloroso funeral, los consabidos discursos de rigor. Intento aproximarme para expresar unas cortas palabras en homenaje al condiscípulo, al amigo, al camarada, al compañero de correrías.
Pero me desbordan los recuerdos de antaño que como ráfagas pasan por mi mente. 
Y, me traicionan los malditos nervios que imposibilitan que articule fonema alguno.
Perdón, no estuve a la altura de tu dimensión.
Y es que la estatura de Jorge Emilio era gigante; poseedor de un genial y creativo intelecto que lo llevó a ser un contumaz innovador en sus negocios, llegando a ser el manabita que lideró la industria tecnológica en nuestro país.
Aparte de sus numerosas virtudes en sus distintas facetas de hijo, padre, esposo, empresario, amigo, Jorge Emilio poseía una que quienes tuvimos el privilegio de conocerlo disfrutamos y celebramos copiosamente: un mordaz y procaz sentido del humor que hoy, confieso, siempre admiré y envidié.
Siempre procuró cultivar y fomentar la amistad de sus compañeros a pesar de transitar por sendas distintas; generoso como él solo, nos arengaba a emprender en negocios los cuales estaba siempre presto a financiarlos. 
A pesar de su tamaña adversidad, él, Bertha y Flor Marina nos recibían en su casa o en la clínica, con un contagioso entusiasmo que hizo que todos esos fines de semana que fuimos a verlo resulten inolvidables. 
No tienes la más mínima sospecha, flaco, cuánto te seguimos extrañando.
Y es que las anécdotas, hazañas y ocurrencias de antaño, una vez más las volvimos a vivir. 
Todas esas idas a Guayaquil a visitarte, en medio de tu dolor, por la forma como disfrutabas nos hacían pensar que mejorabas  y soñábamos que pronto ibas a sanar, para deleite nuestro.
Ahora que se cumplen los dos años de la partida de Jorge, rindo tributo al legislador, político, empresario; al hombre de obligatoria consulta como lo fue tu padre. 
Donde quiera que estén, les mando un fuerte y sentido abrazo.
Parafraseo a un poeta y cantor español: “ Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido...”
 
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