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Fredonia
Fredonia
Por: Mariasol Pons C.
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Martes 17 Abril 2018 | 05:00

Es el nombre de la ciudad donde se origina el libro “La Bruja”, de Germán Castro Caycedo, publicado en 1994. Al pensar en los acontecimientos de los últimos días en nuestro país aquel nombre vino a mi mente.

Fredonia es, de acuerdo al libro: “Un pueblo bien alegre, con las calles empinadas, sin un solo centímetro plano”. Esta novela realista narra una mezcla de coca, política y corrupción. Fredonia para mí simboliza el daño irreparable cuando la cultura mafiosa permea una sociedad. 
A este pueblo, llega Jaime Builes con sus maletines de dinero en efectivo, producto del origen de negocios del contrabando -posteriormente de narcotráfico-, que poco a poco van llevando al pueblo entero a girar en función del nuevo rico y cómo sus compras del pueblo -el club, las cantinas, los locales, haciendas y personas- acaban distorsionando la existencia de ese lugar y su gente. 
Si bien la estructura social de Fredonia no era perfecta, en ella había discriminación y prejuicios, el flujo de dinero mal habido corrompe hasta el fondo la estructura moral de sus habitantes.
La actividad del narcotráfico genera unos réditos anormales conocidos por todos. Incluso el morbo que genera los excesos propios de la intensidad de dicha actividad cautiva a un sector muy grande de consumidores, porque llega a ser casi como una demencia. 
Cuando digo consumidores no hablo de consumidores de droga, sino consumidores de historias, de productos; consumidores de estilos de vida. La cultura mafiosa es como un virus letal; es muy difícil detectar su inicio y luego, cuando es evidente, es una gran batalla poder erradicarla.
Es natural que el ser humano aspire a mejorar su calidad de vida y gozar de la alegría de no tener que luchar con los costos del día a día, cuando los ingresos son más que escasos; y ahí está el gancho perverso que se presenta como una “oportunidad de trabajo”.  
Para luchar contra la cultura mafiosa es fundamental reconocer que el arma más fuerte está en una estructura de formación fuerte que empieza por la casa. Hablar con nuestros hijos, explicarles cómo funcionan las cosas, encargarnos a cabalidad de poner en evidencia a los falsos ídolos del mundo material y actuar de acuerdo a lo predicado.
El desgarrador asesinato de los periodistas en nuestra frontera norte no es una indicación de novedad, es evidencia de que ese mal está peligrosamente cerca y que la cultura mafiosa está intentando permearse en nuestra sociedad. Recordemos que no sólo murieron los periodistas, mueren más personas por la misma causa continuamente. 
Frente a eso, como seres humanos y como ecuatorianos, debemos defendernos con la fortaleza de proteger nuestro modo de vivir. Queremos vivir en PAZ y para eso debemos enseñarla y fortalecerla en nuestra  cultura y en nuestra vida diaria.  Urge arraigar conceptos de paz y honestidad en lo más profundo de nuestra psiquis colectiva para que el virus pierda la batalla.
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