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Historia
Una muestra de su identidad

‘Hilando el pasado’ se llama la sala que el Ministerio de Cultura inauguró para mostrar la cultura Manteño-Huancavilca.

Sábado 14 Abril 2018 | 04:00

 La sala está en el Complejo Cultural Fábrica Imbabura, de Ibarra. En ella se encuentran torteros, fusayolas, perinolas, volantes de huso o cuentas manteñas, que son unas pequeñas esferas, de uno o dos centímetros de diámetro, que contienen bocetos de reptiles, insectos, mamíferos y aves.

Vicente Ayala, quien estuvo a cargo del guion museológico y montaje de la muestra, explicó a diario La Hora que estas pequeñas esferas o canicas fueron trabajadas en barro por habitantes de la Costa bañada por el océano Pacífico, antes de la llegada de los españoles. 
Según Ayala, es probable que los diseñadores se hayan servido de espinas de pescado para, mediante incisiones, representar los perfiles de animales que se encontraban en su entorno.
 
Exposición. En las piezas expuestas en la sala es posible ver al hombre como cazador o danzante; también hay curiosas representaciones de dragones que, de acuerdo con Ayala, revelarían un contacto de nuestros antecesores con la milenaria y distante China.
“En los tiempos actuales, los habitantes no estamos integrados profundamente en la naturaleza. En las ciudades vivimos entre cubos de concreto y cristal, marcando celulares y luchando contra el tiempo y la distancia”, manifestó el especialista en la reseña que se entregó sobre la sala.
“Por un momento imaginemos que estamos viviendo una existencia completamente diferente en un entorno de exuberante naturaleza. Al estar rodeado de plantas, pájaros, insectos, peces… y de tanto observar a los seres que nos rodean, se desarrolla la capacidad de dibujarlos e inclusive estilizar sus figuras”, agregó.
 
Territorio. Para Ayala, los habitantes pertenecientes a la cultura Manteño-Huancavilca ocuparon un territorio comprendido entre la isla Puná, que está frente al Golfo de Guayaquil y Bahía de Caráquez, durante un periodo comprendido entre el 500 y 1531. En ese último año, Francisco Pizarro inició la conquista española desde el río Santiago, en Esmeraldas. 
“Trabajaron la cerámica con gran destreza, daban a las piezas un acabado de color negro o café muy pulido y brillante, decoradas con artísticas incisiones. La actividad textil era intensa, prueba de esto son las agujas elaboradas en hueso, oro, plata y cobre, además de los torteros o fuyasolas que empleaban como contrapeso para hilar el algodón y el pelo de llama”, explicó Ayala.
“Estos torteros, o cuentas manteñas, eran verdaderas joyas hechas en barro que contienen preciosos dibujos sobre las superficies convexas de las pequeñas esferas, como de 15 milímetros de diámetro”, destacó. “Nuestros antepasados debieron haber resuelto todos los problemas básicos de su existencia, como alimentación, vivienda, vestuario, salud… para dedicar tanto tiempo a la elaboración de estas joyas de barro”, mencionó.
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