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Los cuerpos de bomberos de Manabí están, en su mayoría, en una aguda crisis, tras dos años del terremoto del 16 de abril del 2016.

Domingo 08 Abril 2018 | 11:00

Requieren, urgentemente, ambulancias, equipos básicos e incluso cuarteles.

El Diario y Medios Ediasa empiezan una serie para diagnosticar  cada destacamento de la provincia.
Empezamos por la zona norte. 
De siete cantones (ver fichas), cinco no tienen ambulancias para rescate y traslado de víctimas. La tragedia del 16A  los afectó gravemente por la cercanía al epicentro. 
De los 671 fallecidos, 273 fueron de estos siete cantones, es decir, casi el 41%. Solo en Pedernales hubo 183. 
Los nervios llegaron con el primer remezón. Mastica las palabras Reinaldo Canchingre, jefe del Cuerpo de Bomberos de Pedernales.  Aquel sábado 16 de abril de 2016, “no sé de dónde sacamos fuerzas”. 
A las 18h58, seis bomberos, que entonces tenían, eran insuficientes para la magnitud de la tragedia. 
El tiempo no amaina el dolor. Hay frustración. Se pudieron salvar más vidas, aunque tenían solo lo básico. 
Rescataron a un médico, sepultado bajo escombros. Solo en él demoraron tres horas. Mientras, decenas de personas estaban en la misma situación sin recibir auxilio. 
Han pasado dos años del dolor más profundo que ha atravesado Manabí, pero el panorama no ha mejorado sustancialmente. Antes tenían dos motobombas y seis bomberos; ahora tres y 15, respectivamente. 
No están totalmente equipados, de acuerdo a los estándares internacionales. 
Pedernales se convirtió en el área de mayor riesgo al ser epicentro del sismo de 7,8 grados en la escala de Richter. 
Si hay otro terremoto de igual magnitud, la capacidad de respuesta será parecida. 
El Diario ha recorrido todos los cantones. Y en cada uno, el cúmulo de necesidades se repite. 
Han solicitado ayuda a los organismos respectivos (municipios,  Secretaría de Gestión de Riesgos, Comité de Reconstrucción) y las respuestas han sido esquivas. 
En Pedernales, por ejemplo, se requiere de una ambulancia urgentemente. “Después del 16A fuimos los más reconocidos. Nuestro trabajo fue  aplaudido… Pero con condecoraciones no salvamos vidas, sino con equipos y herramientas”, recalca Canchingre. 
Una verdad que agobia, en especial porque los fenómenos naturales se pueden repetir en cualquier momento en la provincia. 
Todo Manabí ha sido y será una zona de riesgo, explican expertos consultados. Una realidad imposible de modificar. La diferencia radica en la solvente preparación ante una emergencia. ¿Han mejorado los cuerpos de bomberos? La respuesta está lejos de ser afirmativa.
Cuartel covacha. A 40 minutos de Pedernales, la realidad golpea. En Jama no se reconoce el cuartel bomberil. Una suerte de covacha de caña es el destacamento. Las lonas simulan las puertas y unos plásticos dividen, como paredes, el cuarto de descanso de la sala-oficina.
María Ramírez, jefe del Cuerpo de Bomberos de Jama, dice sin titubear que trabajan en un lugar inadecuado y en condiciones inhumanas. 
Se consideran damnificados: con  el terremoto el edificio de dos pisos de cemento fue reemplazado por cañas, y el espacio se redujo a ocho metros cuadrados. Y  aún así, el espíritu de servir al cantón permanece inquebrantable. 
En Jama, como en Pedernales, y en más de la mitad de los destacamentos de Manabí, gritan por un nuevo cuartel. 
“De agradecimiento no vivimos”, coincide Ramírez. 
En Jama murieron 28 personas y el cuartel-covacha es el mismo desde hace dos años.
Esperanza. En San Vicente el terremoto no destruyó el cuartel. Lo lamentable fue el fallecimiento de 37 personas. 
Leones Abad, jefe del destacamento, recuerda que el lugar sirvió de albergue para los damnificados y centro de acopio de las donaciones. Sin embargo, “no estamos preparados para otra emergencia de tal magnitud. Al menos no los cuarteles pequeños como el nuestro”. 
Han mejorado, sí,  en cursos de primeros auxilios, búsqueda y rescate. Capacitación, pero sin equipos necesarios.  Una realidad que puebla la zona  norte manabita. Aquí rezan para que un 16A no ocurra nunca más. Más bien la ayuda ha llegado de afuera. A San Vicente arribaron bomberos desde Carolina del Norte (EE.UU.) a capacitarlos. 
Les prometieron una máquina hidráulica para el rescate de víctimas. Y la esperan con ansias. 
En peligro. El Flavio Alfaro sí hubo daños en el cuartel de los bomberos. A dos años, la casa-cuartel tiene todavía las paredes resquebrajadas. 
Eurie Vera, jefe de bomberos, admite que la infraestructura está a punto de colapsar.
Pedido. En El Carmen, el 16A no dejó daños al Cuerpo de Bomberos. Sin embargo, sienten la necesidad de más equipos. 
Ángel Mendieta, jefe del destacamento, asegura que se requiere una herramienta de extricación, un dispositivo usado para auxiliar a víctimas atrapadas.
Solo Chone y Sucre tienen ambulancias en la zona norte. Pero ninguno de ellos tiene cuartel bomberil. En Chone han improvisado un espacio para trabajar. 
Pablo Vélez, jefe, afirma que han adecuado un espacio de descanso y las motobombas están a la intemperie. 
En Sucre, la construcción de un cuartel nuevo está solo en papeles.
GASTOS SIN PRIORIZAR. Para varios de los jefes bomberiles, la construcción de un nuevo cuartel y el equipamiento de emergencia no se priorizó, aun con dinero de la Ley Solidaria. 
Hubo gastos de, incluso, dotación de aviones militares y pago de deudas antiguas de reforestación, pero de bomberos no se evidencia ninguno en el quinto informe del Comité de Reconstrucción, período julio- septiembre del 2017, el último subido en la página de Reconstruyo Ecuador.
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