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Perversidad y desvergüenza
Perversidad y desvergüenza
Por: Solón Pinoargote Sánchez

Jueves 22 Marzo 2018 | 04:00

Confieso que para ubicarle título al presente comentario, escrudiñé varios textos gramaticales y diccionarios, y no encontré, a decir verdad, términos mejor que los expresados, toda vez que el tema más allá de causar pánico, lo que causa es un dolor inmenso y un repugnante sinsabor por la calidad de políticos con que contamos

Y que los ecuatorianos, lejos de sentirnos orgullosos,  lo que hace es que nos avergoncemos.  

Mientras por un lado la perversidad de un político descalificado despotrica contra el honor y la dignidad de una prestante dama portovejense, a quien desde esta columna le mostramos nuestro más sincero apoyo y solidaridad, por otro, el presidente de la Asamblea Nacional, inmerso en un escandaloso acto al sostener pláticas conspirativas en contra de un alto funcionario del Estado con un prófugo de la Justicia ecuatoriana.
Con todo lo ocurrido, corrupción por todos lados, y con lo que se encuentra ocurriendo a niveles de altas esferas, con profunda pena y con no menor indignación, tenemos que aceptar que la política ecuatoriana ha tocado fondo. Por lo tanto, los ecuatorianos estamos obligados a recomponer esta pésima forma de hacer política y de beneficiarse de ella.
El señor Serrano, de la Asamblea Nacional, por ejemplo, por principios de dignidad, sensibilidad,   honestidad, respeto e integridad y lealtad ciudadana sobre todo, debió hacerse a un costado, renunciar a tan altas funciones y a su curul, puesto que su presencia como tal empaña la institucionalidad del organismo parlamentario. No lo hizo, y los señores asambleístas lo destituyeron.
El país requiere salir del marasmo y de los agravios que estos malos ecuatorianos le han causando; debemos empezar por alejarnos y rechazar los sentimientos y pensamientos negativos de estos sujetos, y olvidarnos del egoísmo, de la mezquindad y del odio. 
La Ley debe reformarse y exigir parámetros mínimos de idoneidad para postular, así como la aplicación de sentencias especiales para los infractores, con la sola idea de que jamás vuelvan a intentar la arena política.
Cuando comprendamos en su totalidad el sentido del éxito y del trabajo fecundo sin ideas de corrupción, que se puede ser mucho más útil siendo honesto, que se debe ser responsable y solidario, y que se trabaja para cosas exitosas del país y sus nacionales, le da sentido a la vida, habiendo un por qué y un para qué se debe abrigar la cosa pública. 
Pero acá, acá eso no se hace, se ignora y más vale se deciden por explotar su cuarto de hora en el pillaje, en el latrocinio, en la perversidad y en la desvergüenza, salvo por supuesto honrosísimas excepciones. 
“Para ganarle a la vida, hay que intentar la excelencia, y aunque no llegues a la cima, intentaste ganarle a ella” (Camino al éxito apurando principios y valores).  
 
                                       
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