En ocasiones ha sido necesaria la intervención de las autoridades de salud y de policía para, prácticamente, liberar a quienes se encuentran encerrados, soportando vejámenes y con alimentación deficiente.

Generalmente a estos lugares, que algunos denominan eufemísticamente “clínica”, llegan personas a rehabilitarse de manera voluntaria u obligada en casos de internamiento forzado por familiares, que aspiran a que su relacionado sea curado de ese terrible mal.

Pero muchas de estas prácticas no siguen las regulaciones o normas correspondientes, convirtiéndose en cárceles, con abuso físico y mental, presentando, además, un estado de insalubridad.

Y en estas circunstancias que el Gobierno debe interesarse, no solamente en el control de las conocidas como “clínicas”, para que funcionen dentro de la ley, sino en que estas mejoren en su presentación, atención y equipamiento, puesto que el objetivo es plausible y su presencia necesaria, tal como se aprecia cuando salen rehabilitados los pacientes.

Estimamos, entonces, que debe existir una mejor comunicación y relación profesional, entre quienes se encargan del saneamiento y la desintoxicación y el Ministerio de Salud, para que los resultados sean como la sociedad lo demanda.