Ella adaptó el vehículo con madera para que tenga cocina, dormitorio, una pequeña sala y hasta una ducha.

La improvisada ducha se encuentra en la parte trasera del vehículo. Nohelia abre las puertas, las cubre con cortinas y coloca arriba un recipiente con agua para refrescarse cuando su día de viaje termina.

“Es vivir dentro del vehículo, cocinar y dormir allí y compartir con las personas del país a donde llego”, comenta.

 

>SU VIAJE. Así, Nohelia lleva viajando dos años y medio. Ha recorrido Perú, Brasil, Colombia y en enero pasado ingresó a Ecuador.

A Portoviejo llegó hace tres semanas.

La mujer, de 37 años, menciona que su travesía inició el 9 de septiembre del 2016 en Mérida (Venezuela) de donde es oriunda.

Salió junto con su hermana menor, quien la acompañó los primeros cuatro meses, pero desde entonces, asegura, su único acompañante ha sido Dios.

“Yo decidí que quería vivir viajando”, comenta la mujer de piel morena, quien antes de viajar aprendió mecánica para estar preparada en caso de que el vehículo sufra desperfectos.

Los 700 dólares con los que Nohelia salió desde Venezuela se le terminaron en Perú, el primer país que visitó. Hasta Brasil se ayudó con la venta de espacios publicitarios en su Kombi.

“Después me tocó aprender a hacer artesanía”, expresa al mostrar las manillas, pulseras, cuadros pintados, llaveros y otras artesanías que expende en cada ciudad que visita.

 

>PADRES VIAJEROS. Nohelia afirma que no salió de su país por la situación que vive, pues aclara que sus padres también fueron viajeros y en su niñez participó en esas aventuras de las que poco recuerda.

“Yo he sido la ‘oveja’ viajera de la familia”, expresa mientras ríe, al confesar que durante su viaje encontró el amor y es quien por ahora la acompaña en su viaje de aventura.

Por estos días, Nohelia se encuentra en la parroquia Crucita vendiendo sus artesanías, pero pronto partirá a la Sierra, para luego regresar de nuevo a Perú y llegar hasta Bolivia.

Durante su travesía le ha tocado cambiar neumáticos, pero hasta ahora no ha sufrido desperfectos mecánicos pues asegura que el vehículo está bien conservado, que incluso, le ofrecieron 14 mil dólares, pero ha preferido no venderlo.

Por ahora, seguirá vendiendo sus artesanía cuyos precios van desde los dos dólares, para costear su viaje.