Actualizado hace: 930 días 19 horas 33 minutos
Detenerse también es retroceder
Detenerse también es retroceder
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 18 Marzo 2018 | 04:00

Cuando una marcha no es continua, el cuerpo se acomoda al nuevo ritmo y pierde la secuencia inicialmente prevista, lo que equivale a retroceder al estancarse mientras su contorno avanza.

Este proceso estaría afectando de alguna manera a Portoviejo.
La ciudad últimamente ha destacado a nivel nacional por el surgimiento de dos megaparques, aquellos que la actual administración municipal inauguró con fanfarrias dignas de la ocasión.
Pero su economía, aquel motor que facilita el crecimiento de las poblaciones, flaquea, cojea: esta anémica. En algunos sectores prácticamente está detenida.
Desinflados los negocios tradicionales de propiedad de los sobrevivientes del 16A y desaparecido el factor motriz del movimiento comercial en el centro geográfico, la inercia se apoderó de la zona, repercutiendo en toda la urbe capitalina.
Y a pesar que han surgido nuevos negocios en otros lugares, la ciudad no acelera.
Su centro comercial, el dínamo  de la actividad, punto pivot del movimiento urbano, sigue destruido, abandonado.
Las peticiones de los comerciantes informales, de los de la Cámara de Comercio, de organizaciones sociales luchadoras por el progreso de la urbe, no solamente han sido desoídas sino también desechadas.
Es que aún se mantienen los estragos tremendos del terremoto que convirtiera a ciudades manabitas y esmeraldeñas en ruinas mortales; al igual que esa imagen de tierra desolada que la maquinaria pesada dejara en gran parte de la ciudad, luego del trabajo de derrocamiento y limpieza.
Esto, a las puertas del segundo año del infausto suceso.
Tarqui en Manta y el centro de Portoviejo son ejemplos mudos de la desolación, la improvisación, el desinterés y hasta la ausencia de personalidad de quienes formaran parte de la directiva del comité creado para decidir acciones.
Es que, al parecer, lo que se hacía era lo que se disponía desde altas esferas, con un comité apenas de pantalla, integrado por actores secundarios. 
Y eso es lo que hay que cambiar ahora.
Hay que demandar autonomía funcional, para que prevalezca en esta nueva etapa del comité, donde por lo menos ha empezado a abrirse las puertas de la información. 
Vale, entonces, tomarnos un tiempito para recordar la conveniencia de volver a recuperar las instituciones descentralizadas, desconcentradas, como fuera en su inicio el Centro de Rehabilitación de Manabí, nacido de una insurgencia popular por el abandono del Gobierno y la necesidad de manejarnos con libertad para lograr obras de vital funcionamiento en el territorio manabita.
Sobre esto hay mucho que tratar. Y hay que pensarlo porque debemos hacerlo.
 
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