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Fidel Intriago Zambrano
Cultura y reconstrucción

Para cumplir dos años de la tragedia del 16A resta un mes. En los 47 meses anteriores los manabitas hemos convivido con tres términos que aún buscan significado en nuestras vidas: “reconstrucción”, “reactivación productiva” y “financiamiento”.

Domingo 18 Marzo 2018 | 04:00

La primera es la más difícil, porque involucra un proceso físico y de plazo medio o largo, seguir escuchando esa palabra cuando aún vivimos entre grietas y escombros es como sentir las secuelas de un tratamiento dentro de una enfermedad severa. 
La segunda, se entiende, debería ser más sencilla de asimilar si es que se tienen las herramientas necesarias para producir y recuperar la actividad económica que se tenía y, por supuesto, incrementarla. La última, se supone, es la manera más rápida para conseguir las anteriores. 
En medio de estos tres métodos hemos visto una serie de acciones de emergencia donde se perfilaron cientos de proyectos planificados en varios sectores, menos uno: la Cultura. 
Basta con revisar los informes del Comité de Reconstrucción remitidos a la Asamblea Nacional, así como la rendición de cuentas año tras año. En estos informes sobre la reconstrucción se muestran datos y cifras en los sectores: Vivienda, Salud, Educación, Transporte, Agua, Electrificación, Deporte, Financiamiento Productivo con créditos de la CFN y BanEcuador, Agricultura y Turismo. 
Todo eso es aplaudible, pero recordemos que el sector cultura también fue devastado por el terremoto del 2016. Perdimos el Teatro Chusig de Manta, el Salón de Eventos Culturales y el Teatro Tito Gorozabel de la UTM, el Teatro Municipal de Sucre, el Centro Cultural de Pedernales (que estaba listo pero nunca se inauguró), además de afectar los museos de Portoviejo y Bahía de Caráquez cuya rehabilitación parcial se dio por sus aseguradoras y no por recursos del Comité. 
Otros espacios y auditorios que otrora se usaban para teatro y cine como el Salón de la Ciudad de Portoviejo y el Auditorio de la Corte de Justicia también fueron destruidos y aumentan la carencia de espacios culturales que antes del terremoto ya padecíamos. 
En total son más de 1.500 butacas que ya no existen. 
Otro espacio con el que no contamos es el MAAC Cine de Manta. El terremoto ahondó su crisis, pues antes del 16A ya cumplía 2 años cerrado.
Ante esa inacción, a dos años del terremoto la cultura en Manabí sigue en emergencia, y si esos tres términos no aterrizan hacia el sector cultural y se convierten en realidades tangibles, medibles, serán sólo eufemismos de cualquier cosa dentro de un discurso desconectado de nuestras realidades.
Por tanto, el sector cultura debe ser incluido en los presupuestos de la reconstrucción, porque quienes trabajan en las artes escénicas, cine, audiovisual, música, literatura y artes plásticas, son parte de una “cadena productiva” que se vio afectada por el sismo, como en el sector hotelero. En este ámbito también hay padres y madres de familia que aún buscan reactivación y que perdieron los espacios, aulas y escenarios, donde realizaban sus actividades.  Sin cultura no hay reconstrucción.
 
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