Y son tan altas las cifras, que aunque al principio nos alarmamos, ahora estamos tomando como normal tanto robo sistemático.
Aparentemente afectado, nuestro gobernante promete erradicar el descalabro social y recuperar lo perdido; pero, al final, todo lo terminará pagando el pueblo, que jamás soñaría siquiera con poseer ni la décima parte de lo que la corrupción disfruta.
Pero corrupción no es sólo lo que los “revolucionarios” nos han desvalijado; es cuando el edil municipal realiza las obras primero en su barrio residencial, cuando se comienzan éstas sin planificación y luego se retrasan por falta de financiamiento, o materiales, o porque llueve, o porque no llueve. “El pueblo deberá entender que es por su bienestar” que se boicotea su negocio cerrándole vías los meses más productivos, cortándole los servicios… En fin, cuando todo termine, muchos comerciantes habrán desaparecido; pero el “digno alcalde” podrá tomarse la foto y mostrar como suya la obra que el mismo pueblo pagará con creces; y si no son suficientes los impuestos, ya el cabildo emitirá alguna ordenanza que nos obligue a seguir pagando.
Corrupción es también cuando el funcionario bancario público no asesora eficientemente a quien recibe un crédito -supuestamente para mitigar los estragos de la tragedia del terremoto- y después de 12 meses deberá más de lo que le prestaron, porque el “distraído” funcionario no le explicó que podía escoger la tasa de amortización francesa que es fija, pues la alemana es VARIABLE y reajustable. Seguramente éste es el caso de muchos manabitas, ciudadanos maltratados por una nueva generación de “servidores” públicos que no valoran el trabajo que tienen, gracias al pueblo.
Pero lo peor es que nos usen a su antojo y nos pregunten lo que les conviene. Que la máxima autoridad diga una cosa y por otro lado sus ministros hagan otra. Que hagan pantomima de indignación ante los tan bullados casos de peculado, lavado, etc. y no hagan nada conciso; todo son evasivas. Sólo se me ocurre pensar que nuestro presidente es rehén del Gobierno anterior y algo oculta.
Realmente no es justificable que una persona incursione en la política para servirse de ella. Pienso que tal vez cuando entraron tenían buenas intenciones, pero sucumbieron ante el arca abierta y la escasez de principios y cínicamente se dijeron ¿por qué yo no? Entonces, de acuerdo al nivel de su función, de la noche a la mañana unos se convirtieron en nuevos ricos y otros se contentaron con decir “regale alguito!. Y -valga la redundancia- recibir alguito, pues ese alguito es más de lo que ganamos los ciudadanos honestamente.