También colocaron una cinta para delimitar el lugar y que nadie se acerque. No había nada qué hacer. Estaba muerto. 

Carlos Vélez, bombero, manifestó que recibieron una llamada del Ecu-911 por atropellamiento, y cuando llegaron a la escena el hombre estaba sin vida. Después, los agentes de tránsito desviaron los vehículos para que la circulación no se vuelva pesada y se permita hacer el levantamiento del cadáver.  

Algunos familiares ya habían recibido la noticia y llegaban al lugar. Se abrazaban. No lo creían.  Era el turno para los miembros del Sistema de Investigación de Accidentes de Tránsito (SIAT) quienes señalaron el área. Después subieron el cuerpo en una camioneta y lo trasladaron hasta el Centro Forense para realizarle la autopsia.   Con esto, no quedó casi nadie en el lugar y los bomberos limpiaron la sangre que había sobre la calzada. Mientras, Franklin Zambrano, cuñado del fallecido, lamentaba lo sucedido e indicó que ayer Macías había salido a reunirse con sus amigos. Siempre, se encontraban para tomarse unos tragos en este sitio, dijo Zambrano. 

Ellos, los amigos, también seguían allí e intentaban encontrar una razón de lo sucedido en medio de su estado de embriaguez. Varias veces fueron sacados de la escena del accidente. Pero, fue cuando Macías quiso irse que la desgracia lo encontró. El conductor del bus que lo atropelló no llegó lejos y casi al instante fue detenido y llevado a la Unidad de Vigilancia Comunitaria (UVC), dijo Zambrano. Ellos los familiares se fueron detrás de la camioneta para empezar los trámites del sepelio de Macías.  

Era soltero. Jorge Enrique Macias Nuñez, tenía 45 años, era soltero y vivía en el barrio Santa Martha en casa de unos familiares. Además trabajaba como electricista. En lo que va del 2018 son cuatro las personas que han muerto por accidentes de tránsito en las vías de la ciudad.