El único representante ecuatoriano en la cita de PyeongChang 2018 (Corea del Sur) fue el número 112 de los 118 participantes en la competición desarrollada en el centro de esquí de fondo de Alpensia.

Completó el recorrido en 53:30.1, con una desventaja de más de 19 minutos con respecto al campeón suizo Dario Cologna, pero la clasificación y el tiempo eran lo de menos.

De la mano de Klaus Jungbluth, Ecuador mereció su lugar en la historia de los Juegos Olímpicos de Invierno. Nunca antes ningún otro deportista de ese país había conseguido competir en el gran evento de las disciplinas invernales.

"Es un orgullo muy grande representar por primera vez a mi país en los Juegos Olímpicos de Invierno", reconoció durante el izado de la bandera en la Villa Olímpica. Ahí estuvo acompañado, entre otros, por el tigre blanco Soohorang, la mascota oficial de los Juegos.

Klaus Jungbluth también hizo flamear la bandera tricolor en la ceremonia inaugural, que tuvo lugar el pasado día 9 en el estadio olímpico de PyeongChang. Entonces estuvo arropado por el doctor Pablo Sarmiento y por los entrenadores Laura Bettega y Vidar Johansen, según informó el Comité Olímpico de Ecuador.

Este viernes todo el protagonismo recayó sobre él.

La historia de Ecuador en los Juegos Olímpicos de Invierno empezó a escribirse gracias al guayaquileño, de 38 años.

De apellido alemán por un bisabuelo, Klaus Jungbluth se aficionó al esquí durante su estadía en la República Checa y en Noruega, donde estudió. A su regreso a Ecuador mantuvo su vínculo con el deporte aunque, dada la escasez de nieve, entrenó sobre patines.

Eso no le impidió fijarse como meta la clasificación para los Juegos Olímpicos de PyeongChang 2018.

"Lucha por tus sueños porque nada es imposible" es el mensaje que encabeza su perfil de Twitter. Klaus Jungbluth, que actualmente vive en Australia, luchó por el suyo para que Ecuador pudiera ser una de las 18 naciones que participan con un solo deportista en la cita olímpica de Corea del Sur. EFE